martes, 23 de julio de 2013

Saaai

Surcaba los cielos con una amplia sonrisa en el rostro. Cruzaba el manto de nubes, desapareciendo un instante. Y al poco, volvía a dejarse ver, unos metros más allá, donde el sol acariciaba con más calidez.

Daro la contemplaba junto al joven de los cabellos de fuego. Ambos intercambiaban miradas cómplices, mientras sus cuerpos reposaban el uno junto al otro. Al fin llegaba ese momento tan esperado, el primer vuelo no programado. El primer vuelo que únicamente obedecía al placer de jugar entre las corrientes de aire, de contemplar el mundo, tan pequeño, a sus pies.

Se sentía dichosa.

Pero era mucho más que todo eso. El significado no podía deducirse a simple vista. Pero estaba ahí, accesible si eras capaz de prestar un poco de atención. Una revelación que solo acompañaba a los que eran capaces de permanecer horas ante un mismo cuadro.

Era la melodía que había estado buscando durante años. ¿Años? No tenía forma de medir el tiempo. Pero en la subjetividad de su encierro, de su estancia con las sombras, años era la medida que más se ajustaba a lo experimentado. Incluso se quedaba corta.
En cualquier caso, poco importaba ya. Descendiese o ascendiese, con dolor o sin él, con dicha o sin ella, con ayuda o por sus propios medios... todo formaba ya parte de esa nueva página que había estado en blanco, a la espera de un momento como aquel.

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