lunes, 22 de julio de 2013

Confesiones ante el espejo

Recuerdos de tiempos pasados. De ilusiones jóvenes, de vidas que eran muy diferentes a lo que son ahora.
Palabras. Creadas cada noche para alimentar nuestros espíritus. Consumidas con avidez en cuanto estaban disponibles. Y que siempre dejaban con ganas de más.

Una persona que lo fue todo y que, en cierto modo, lo sigue siendo.
¿Por qué? ¿Aún queda aquella magia de los tiempos en los que aún no había conocido la oscuridad? ¿Por qué es tan especial su figura? ¿Por qué deseo tenerla a mi lado?

Puede que ya no me sea posible sumergirme entre aquellas palabras, las más hermosas que han rozado mi piel. Pero hay tantas otras cosas que puedo hacer...
Como tenderte mi mano y esperar que la tomes.

Y entonces recuerdo. Una imagen. Un fogonazo repentino de lucidez, un estallido de sensaciones que me envuelven y me transportan en un segundo a toda una vida que creía perdida. Y los veo a ambos, abrazados mientras el día se va consumiendo lentamente. Ella lo mira a los ojos, él acaricia suavemente su rostro. Y entonces ella se aprieta fuerte contra él y susurra aquellas palabras. Casi se las lleva el viento, no son audibles entre el sonido del tiempo que transcurre acelerado. Pero yo las recuerdo.

Vuelvo entonces a mi tiempo, a mi vida, a mi mundo. Y tú sigues en él. La pregunta es, ¿por cuánto tiempo? La respuesta solo la tienes tú. Solo la tengo yo.

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