miércoles, 26 de enero de 2011

Tal día como hoy...

Hoy es miércoles 26 de enero. Me lo acaba de decir el PC. Bueno, no lo ha dicho porque no habla (aún no le he enseñado) pero he podido leerlo gracias a que cuento con ojos funcionales y con un cerebro que procesa la información. Si vosotros también sois conscientes de que es miércoles 26 de enero al leer esto, significa que también tenéis cerebro (ojos ya es más relativo). Por supuesto, un paso imprescindible es el teclear estas palabras para que lleguen a vosotros.

Y tras este párrafo sin ningún aporte interesante, procedo a comentar algo sobre ardillas africanas. Hace ya 11 años de aquel viaje a la sabana, donde el calor, las moscas y las serpientes eran una constante. Bueno, no. Pero podrían haberlo sido. Allí descubrí a esos tiernos animalejos, con ojos y patas, y con sistema digestivo. Tomé muestras de su adn para crear un híbrido de ardilla africana y paloma barcelonesa. Y el resultado fue un político cualquiera. La experimentación es mala, os lo digo yo. Y os lo dirá cualquier persona a la que pague lo suficiente para que repita mis argumentos.

En cualquier caso, la culpa de todo esto (de que sea miércoles, de la existencia de políticos y de que África sea un continente así como con tierra, rocas, árboles y musarañas) la tiene Jan. Ya os he dicho muchas veces que es bípedo y binario. Lo que nunca os he contado es que... hmmmm... no sé si debería decirlo. No, definitivamente, no debo. Por eso lo haré. Nunca os he contado que en otra vida fue una pelusa gigante que yacía con súcubos de madera. Así que imaginad qué tipo de persona es, por mucho que la reencarnación se haya vengado haciendo que vaya a peor y mute en informático.

¿Y qué tiene que ver todo esto que he contado hasta ahora con el hecho de que una cebra no sepa resolver ecuaciones de segundo grado? La respuesta está en vuestra caja de cereales más cercana.

jueves, 20 de enero de 2011

Entre cristales

Hace demasiado frío y hay demasiada sangre.
La locura invade el cuerpo, lo hace suyo, clava sus colmillos en la carne y la desgarra. Tiemblas, de dolor, de miedo, de rabia, de incontrolable desesperación. Y los labios se curvan en una leve sonrisa, como si algo dentro de ti empezase de pronto a entenderlo todo.

¿Es la risa de un demente? ¿Es el disfraz que adopta el llanto?
No hay respuestas, solo el continuo gotear del tiempo, un tic tac apagado, acuoso como los ojos enrojecidos de las bestias que permanecen a tus pies.

Ven a mí, susurra tu mente. Ven a nosotros, reclaman ellos. Y se sostienen las miradas en un duelo que no es tal, mientras empiezas a aceptar que no son tan diferentes a ti.

¿Has probado ya el sabor de estos cuerpos? ¿Notas la vida que escapa del inocente recipiente, de aquello que poco antes exhalaba un último aliento?
No soy como ellos, ellos no son como yo. Pero nos parecemos, especialmente ahora que sus entrañas calientan mi boca, saciando el hambre.

Es un nuevo comienzo. Es la resurrección tan ansiada, la promesa que esperaba oculta, desatendida. Ahora brilla como nunca antes lo hiciera, iluminando el rastro que deja el paso del cuchillo. Son nuevos tiempos, nuevas eras. Pero yo... soy la misma.

miércoles, 19 de enero de 2011

¡Mírame!

El chico alzo la vista al escuchar su voz, contemplando cómo se dejaba mecer por la brisa allá arriba, deslizándose entre jirones de nubes bajas.

-Es tarde -sentenció al tiempo que tendía una mano hacia ella-. Si no regresamos pronto, la noche nos alcanzará antes de que dejemos atrás la montaña.

La joven dio un par de vueltas sobre sí misma y comenzó a descender suavemente, tomando la mano del chico una vez estuvo junto a él. Se dejó caer riendo entre sus brazos, extendidas aún las frágiles alas. Al estrecharla contra sí, notó las cicatrices de su espalda, vestigios de un pasado sombrío.

-Ya no duele -dijo ella, adivinando los pensamientos que cruzaban la mente de su compañero-. Aunque hay días en los que me cuesta desplegarlas. Es como si estuviesen entumecidas.

-Es normal, aprovecha esos días para reposar.

-Ah, no, imposible. Sabes que volar es la cura para todo mal, si me agobio por no poder usar mis alas, el mejor remedio es demostrarme a mí misma que puedo hacerlo.

-Hasta que un día te excedas y descubras lo poco agradable que es dar con tus huesos contra el suelo.

-Hmmmm. Tengo cuidado, ¿sabes?

Notó que pese a su ceño fruncido, la chica esbozaba una ligera sonrisa. Sabía que disfrutaba cada vez que se preocupaba por ella, por mucho que protestase al recibir los sermones. Ninguno de los dos podía olvidar lo mucho que habían vivido ni el vínculo que los unía, más fuerte tras haber pendido juntos del abismo, el uno con las manos del otro como única sujeción.

-¿Daro?

La voz lo devolvió de golpe a la realidad.

-Se hace tarde -dijo él mientras emprendía el camino de regreso.

La chica movió la cabeza en un gesto de resignación. Indagar en la mente de su guía era una tarea infructuosa. Tal vez algún día, cuando se hubiese apagado la última de las llamas agónicas que en ocasiones atormentaban sus noches, él se decidiese a hablar. Mientras tanto, seguiría buscando en sus ojos las respuestas que callaba el alma. Como tantas y tantas veces...

domingo, 16 de enero de 2011

Jerez tiene cosas raras

Como autobuses.



Pasan con poca frecuencia, dan rodeos innecesarios... pero qué importa eso cuando los autobuses son así...

viernes, 14 de enero de 2011

Con más sueño que una pata de jamón

Porque uno es libre de decidir qué cosas de este mundo tienen sueño, y creo que la pata de jamón es tan válida como cualquier otra cosa. Sacó un 9,7 en el test de aptitud.

Me encuentro ahora en el sur, disfrazada de topo cojo. Y aquí permaneceré durante unas tres semanas, momento en el que me largaré con intención de no volver (salvo para visitar a seres humanos muy de cuando en cuando). Así que si alguien quiere quedar, que aproveche, que luego no pienso tomar avión de vuelta.

Y ya que me he puesto a actualizar, os contaré la historia de una crisálida adicta a la sacarosa. Todo empezó un 3 de enero de 1999, cuando una iguana vestida de marinero se asomó a la ventana para recitar un poema trágico.

No, no. Mejor contaré la historia de un hipopótamo con patines que entrenaba para ser aristócrata jubilado. O la de una ensaimada pija que tenía una herencia de tres clips y doscientos percheros.

Nah... creo que mejor no cuento nada. Que sigo teniendo sueño.

Feliz día del terciopelo gastado.

miércoles, 5 de enero de 2011

Chopos con sombrero

Si no escribo, es porque un melón me tiene secuestrada. Pero sigo haciendo cosas de personas vivas, como respirar, digerir alimentos y polinizar asteroides.

En mi mundo inventado, me estoy dedicando a construir parques de atracciones y granjas de ciervos. Y de porings. Y de bastones de caramelos. Además, me he agenciado un dinosaurio para dar paseos por ahí. Se llama Sijenhd9j, que se pronuncia algo así como "Piiiffjh9klk". El número nueve es muy importante, porque es una marca de la dinastía (más o menos arborescente y frutícola).

Y no tengo mucho más que contar, porque tengo sueño y medio pollo.

Feliz día del teclado gomoso.