miércoles, 29 de mayo de 2013

Fortaleza

Albergaba a todos dentro de sus muros. Los protegía entre las gruesas paredes de piedra, libres de todo daño exterior. Se sentía tan bien ayudando a aquellos que no tenían donde cobijarse que, cuando quiso darse cuenta, se había quedado sin espacio dentro de su propia fortaleza.

Entrar en ella significaba expulsar a alguien. O quizás hacer que todos estuviesen incómodamente apretados. Había demasiados niños y ancianos a los que no podía cambiar de ubicación siquiera, porque el hacinamiento era tal que el equilibrio era precario.

Pero contemplaba su fortaleza y era feliz. Dejó allí a sus protegidos y les comunicó que debía marchar. Tenía otra enorme fortaleza en algún lugar. Debía encontrarla y buscar refugio. Era vulnerable en el camino, pero merecería la pena. Una nueva fortaleza, amplia, en la que podría vivir cómodamente. En la que podría seguir acogiendo gente.

Dejó una nota en la vieja fortaleza. Emprendía el camino. Bajo chaparrones y brisas heladas, bajo la mirada de las bestias salvajes. No recomendaba a nadie que se uniese a aquel viaje. Podía ser muy peligroso. Pero en cuanto encontrase su nueva fortaleza, activaría el portal que comunicaría ambas y podrían acudir a su lado sin nada que temer.

Y así, respiró hondo y emprendió la marcha. Ignoraba qué le deparaba el destino, pero era la única opción posible, el único modo de conseguir aquello que deseaba. Merecía la pena los tormentos que pasaría durante la búsqueda. Pues se convertirían en recuerdos de superación que podría rememorar a la luz del fuego, en su nuevo hogar.

Hora de partir. Ánimo.

domingo, 26 de mayo de 2013

Bebo tus lágrimas

Bebo tus lágrimas. Bebo tu sangre. Bebo tu vida. Soy aquello que te succionará el alma y te convertirá en el ser más desgraciado del universo. Al mismo tiempo, soy aquello que te hará conocer una felicidad como nunca pensaste que pudiese existir. Soy el paraíso que te espera con los brazos abiertos.

Soy la sonrisa cálida que luego te clava los colmillos. Soy la espiral vertiginosa que destruye todo a su paso, la droga que te hace pedir más y más. Soy la constante evolución, el caos que creó su equilbrio y lo mantuvo hasta que se cansó de él.

No soy la bondad. No soy la maldad. Soy la criatura que ha creado la combinación de sombras y luces, la figura que se contoneará mientras camina hacia el altar de sacrificio. Y con la mirada más dulce del universo, se extirpará el corazón ante tus ojos y lo devorará con supremo deleite.

No nazco, no muero. Soy el río que siempre recorre hasta el último rincón de tu ser. Huye si eres débil. Huye si si no eres capaz de enfrentarte a un fantasma que nace de tus miedos. Pero quédate si eres capaz de enfrentarte a ti mismo. Y por tanto, a mí.

jueves, 16 de mayo de 2013

Mauuuuuuu

Era todo un sueño, el paraíso eternamente soñado. No por la belleza del lugar, no por lo agradable de la compañía. Lo era porque podía volar libremente. No quería despertar, pero no le apenaba hacerlo. Como le enseñó el flautista, nada es imposible.

Y ese recuerdo imborrable iba a estar ahí, junto a las cicatrices. Un bálsamo que acariciaba su alma y la reconfortaba. Es posible soñar, es posible seguir soñando. Y los  sueños se convierten en realidad.

¿Lo mejor de aquel sueño? Ella. Ella, con su mirada. Ella, con su sonrisa. Ella, con ella, sin ellos. Bajo la supervisión de aquel que siempre vigila, claro está. Pero sin necesidad de que interviniese. Demasiado elevado el vuelo, maestría entre plumas cálidas.

Pensaba llevarse el sueño consigo. Pensaba abrazarlo fuerte y reír. Reír hasta caer exhausta, entre carcajadas. Porque al fin entendía que nada ni nadie podía detener su espíritu. Que por agradable que fuese contar con la sabiduría del que puede guiar tus pasos y compartir el sendero contigo, únicamente en las manos de cada uno se encuentra la burbuja que contiene la clave de esa felicidad que la envolvía en un abrazo en comunión con todo su pasado, presente y futuro.

El alma de fuego seguía preocupada. Demasiado, en opinión de la chica. Pero nada sería lo mismo sin ella. Era necesaria para que el ego no acabara con la integridad del cosmos. Pero la joven sabía acallar al chico en erupción, sabía entregarlo a los brazos de Daro y conseguir el equilibrio.

Equilibrio, mi delicado equilibrio. Nada ni nadie puede apartarme de él. Porque el equilibrio se va construyendo bajo mis pasos. Yo lo soy todo, como lo es ella. Ella lo es, lo será. Ella es más de lo que la vulgaridad sabe apreciar. Y se había cansado de culpar al mundo y había decidido aceptar su lugar. Por vez primera, realmente quería ese lugar. No deseaba ser como la figura que había visto en el fondo del estanque. Ya lo fue una vez y casi acabó con los huesos rotos. Ahora no había figuras ni reflejos. Oh, se siente. Ahora todo es ella, todo es sueño. No importa cuántas veces se rompa el cristal del espejo. Todo se arregla si vuelves a soñar.

Love. Love Tropicana. Así es su mundo del sueño.

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Mi primera entrada improvisada desde tierras lejanas mientras esperaba a reposar el copioso desayuno. Ahora me voy con mi felicidad, mis carpas y mis esturiones cojos a buscar gangas. Oh, yeah.

lunes, 6 de mayo de 2013

Había una vez...

Era una niña pequeña. Feliz, despreocupada. Danzaba por el mundo, los enormes ojos redondos contemplándolo todo por vez primera.
Pero a veces los seres de corazones fríos disfrutan secuestrando la inocencia. Es por ello que existen los guardianes, protectores de aquello que no debe caer en malas manos.

La niña se topó con uno de ellos a la salida del laberinto helado. Se arrojó a sus brazos y sintió cómo aquel gigante la alzaba y depositaba un beso en su frente. Ella sonrió.
Desde ese día, la niña tuvo un poco menos de miedo.

Sin embargo, él no era el guardián que habían destinado para aquella chiquilla. Ya tenía bajo su protección a otros niños, no podía reclamarlo cada vez que se sentía sola. Aun así, en ocasiones lo hacía. Los niños son egoístas. Y él acudía a su llamada, pues los protectores tienen un alma bondadosa que rara vez deja en la estacada a aquellos que son más débiles.

La niña disfrutaba de su compañía. Sabía que no era suyo, que no era uno de esos juguetes que ella estrujaba contra su pecho mientras gritaba que era de su propiedad. No, no le pertenecía. Ni ella a él. Pero eso no hacía que la niña estuviese triste. Sonreía, como de costumbre. Porque sabía que si aquel gigante la protegía tan desinteresadamente, sin tener la obligación moral ni el vínculo que se crea en los libros de cuentos, algún día alguien la tomaría de la mano para no soltarla nunca. Y apartaría de su camino todo mal, todo espíritu dañino. Su propio guardián.

Es por ello que la niña seguía jugando, correteando de un lado para otro, bajo la atenta mirada de aquel que podía mover montañas. A veces, en un arrebato emotivo, ella se lanzaba hacia él y se abrazaba muy fuerte, como temiendo que aquella fuese la última vez que podían estar juntos. Y es que lo quería mucho. A la manera en la que quieren los niños, sí. Pero lo hacía.

Y así se lo hizo saber en aquella carta de letra apretada e infantil, adornada con dibujos de lo que ella pretendía que fuesen constelaciones. Garabatos que formaban palabras de agradecimiento infinito. Por estar ahí. Por protegerla. Por cuidarla. Por aguantar sus arrebatos, por levantarla cuando caía y se raspaba las rodillas. Por secar sus lágrimas y acunarla cuando tenía pesadillas.

Es por eso que la niña, que un día se levantaría dejando de serlo, quería expresar todo lo que sentía. Porque había tenido una suerte inmensa de cruzarse con él en un camino incierto. Y siempre estaría en deuda por todo lo que le había dado.




sábado, 4 de mayo de 2013

No son como tú

Daro contemplaba la sonrisa forzada de su pelirrojo favorito. Tras las ondas de fuego podía notar la tristeza, la impotencia. Por no poder hacer nada, por no poder atravesar el umbral que conducía a los hilos del destino.

-No me gusta ver lágrimas en sus ojos -dijo el chico.
-¿Y por eso tengo que verlas yo en los tuyos?
-Me siento frustrado. E incomprendido al mismo tiempo.
-Eso déjaselo a ella. Tiene las cicatrices de las batallas, tú aún no estás preparado.
-¿No temes que se haga daño? Dejas que se lance y nunca haces nada por detenerla. Aunque arriesgue su vida.
-No la arriesga. Estoy aquí para asegurarme de ello. Por lo demás, no sé qué pretendes que haga. Sabes que tiene más poder que nosotros.
-Aun así...
-Shhh -Daro colocó un dedo sobre los labios del joven-. No te preocupes por ella. Hoy toca hablar de ti.
-Yo no estoy bajo tu protección.
-¿Eso crees? Nos hemos hecho demasiado daño en el pasado como para que ahora quieras negarlo.
-Pero... es que no lo entiendo.
-No puedes entenderlo. No debes hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque de lo contrario, se corrompería tu naturaleza. Somos otros los que debemos cargar con los pecados del mundo.
-Al decir eso haces que me sienta inútil.
-Ni mucho menos. Yo te necesito para equilibrar el animal que llevo dentro. Y ella me necesita para... bueno, dejémoslo en que me necesita.
-¿Una balanza? ¿Eso soy?
-No es tan simple. Nuestro universo es precario y su tejido demasiado débil. Tanta complejidad necesita de alguien como tú para que no se convierta todo en caos.

El chico de los cabellos de fuego se arrojó a los brazos de Daro, el cual lo envolvió cálidamente mientras lo acunaba con suavidad.

-Sé que tu rol no es sencillo -prosiguió Daro-. Y sé que no te gusta que la última decisión dependa de alguien como ella. Pero hemos comprobado en múltiples ocasiones que es la única manera de que funcione.
-No es que ella tenga el poder lo que me abruma. Es el que eche a volar de esa manera. ¿Qué pasa con ellos? ¿Es que no ve el sufrimiento que causa?
-No digas eso. Ella es más que consciente de ello. Es una carga que pesa sobre sus hombros día y noche. Y si remonta el vuelo es porque ha conseguido tener fuerza para seguir adelante pese a ello. Pero no ha olvidado nada. Ojalá pudiese hacerlo. Yo estaría mucho más tranquilo.
-¿Entonces por qué soy yo el que se preocupa?
-Ah, pequeño, miras más allá de lo que se te permite y te haces daño. Eso es lo que sucede.

En ese momento, ella apareció de la nada, envuelta en brumas y sangre. Se limpió la comisura de los labios y sonrió. Los chicos la contemplaron en silencio. Silencio que ella quebró mientras tomaba asiento a su lado.

-Estoy enterada de todo -dijo-. Y creedme si os digo que siento tanto como vosotros todo lo que está sucediendo. Pero intervenir demasiado puede ser contraproducente. Soy la primera interesada en pintar de colores sus almas. Pero no puedo forzar a nadie a que nos deje entrar en sus miedos. Son suyos, debemos respetarlo.
-Pero están sufriendo -dijo el joven pelirrojo con amargura.
-Así es la vida. A veces sufrimos nosotros, otras ellos. En la mayoría de las ocasiones, ambos. Y cuando todo funciona bien, entonces damos dos vueltas al mundo y aniquilamos los restos de sombras. Pero si fuese tan sencillo, yo no tendría que existir.
-Yo solo quiero... que los rescates. Al menos... a él.
-No puedo.
-Pero...
-Lo siento. Ojalá pudiese hacer que lo entendieses. Pero eres el único de los tres que aún puede conseguir mantenerse al otro lado del umbral. No vamos a permitir que también te trague la oscuridad. No, no podemos. Eres la luz. ¿No lo entiendes? Eres la clave en todo esto.
-¿Y los demás?
-Son los errores y aciertos de mi vida.
-De nuestra vida -corrigió Daro.
-Como sea. Pero no debe intervenir nadie más.

El joven pelirrojo asintió en silencio. Se acurrucó entre los brazos de Daro, ocultando el rostro en su pecho. La larga melena de Daro cayó sobre él como una cascada oscura, protegiéndolo de la realidad que tanto daño le estaba causando.

La chica se incorporó, realizó una reverencia coqueta y se alejó para dejarlos a solas. Sabía que podía evitar todo esto con chasquear los dedos, pero sabía que eso significaría desencadernar una lucha sin fin que no podía permitirse ahora mismo. Debía preservar primero a los de su especie. Después, quizás, podría mostrar al mundo aquel otro tipo de dolor. Las lágrimas que se reflejaban en aquellos que estaban allá abajo. Sus niños. Entre los que estaba oculto el elegido, en algún lugar, a la espera de ser descubierto. Es por ello que tenía que ser precavida. No debía arriesgarse a arrebatar las vidas equivocadas. No... no todavía...

viernes, 3 de mayo de 2013

Yehe

Merluzos míos. Me voy unos días a Japón. Si alguien quiere seguir mis vivencias, lo puedes hacer en http://melloenjapon.blogspot.com.es/

Oh, y por supuesto, sigo teniendo mi tumblr:  http://personaconojos.tumblr.com/

Esto va por los que se quejan de que no saben dónde actualizo habitualmente. Luego hay miles de blogs pero solo escribo una vez al milenio y son muy dramáticos y todo eso.

El caso es que esto del viaje me tiene hiperactiva, así que algo me dice que lo que queda de semana va a ser el terror para mis seguidores. Porque si actualizase cada vez que me lo pide el cuerpo, estaría poniendo entradas a todas horas, con cosas como:

ARGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

O como:

¡Ese aspirador me ha robado a mi prometido!

O quizás:

"Nunca vuelvas a colocar una sandía entre nosotros. Solo aquellos que han sido bendecidos con el don de la clarividencia marciana tienen permiso".

El caso es que ains, ains. Estoy feliz ^^

Aprovecho para declarar mi amor a Esquizombillo. Que sé que le fastidia. Mhuahahaha. ¡Tío bueno! ¡Efebo de mis entrañas! ¡Quelónido de altas esferas con tacones de aguja!

Y también a Skyrunner, que es de las pocas personas que sabe que 2+2 es igual a siete castillos y medio atacados por palomas siderales con cascos horteras.

Argh. Argh. Explosión de sensaciones, de colores, de sonidos y de incienso de ese que te deja pensando que la Semana Santa es algo como muy extendido en el tiempo. Porque el tiempo transcurre de forma totalmente arbitraria y esas cosas. Ayer se me encaró un minuto y todo. Tuve que arrearle con un segundo y amenazar con abrirle la crisma con media hora. Parece que ahora está calmado. O eso me ha chivado un fin de semana.

Total. Que os amo *_*
Casi un 0,00000000000000000000000000000002%.