lunes, 18 de noviembre de 2013

Noviembre es de caucho

La luna se comió un periódico. De los puros, de los que visten con chaqueta tres de cada siete noches de verano.
El anciano decrépito consiguió mutar en lasaña de tipo 3, algo que es muy valorado en Neptuno.
Respecto a aquella sardina tímida y fan del billar, se encuentra ahora mismo en Australia de vacaciones.

Podría decirse, por tanto, que el mundo sigue girando en la dirección correcta. Que es aquella que nos conviene para que no se muera nadie. Aunque la gente se muere, gire el mundo o no. Es lo que tiene ser mortal. O tener vida, a secas. No conozco muchas cosas con vida que no se mueran. Menos de siete. Y más de dos. 3,33333. Por elegir un número al azar.

La pirita no está viva, por lo que tampoco muere. Y tiene un nombre divertido. Se lo pondré a mi próximo yate.

Poco más tengo que añadir. No lucho contra seres bicéfalos de siete metros. Ni contra los de cinco siquiera. Estos tiempos ya no son los de antes. Lo cual está muy bien, sería muy aburrido un tiempo eterno siempre igual. No habría ilusiones de un mañana mejor, con chocolate más rico y euros más relucientes (y acumulados en montones mayores, eso sobre todo).

Ah, todo tiene sentido. Y a la vez no lo tiene. Depende de si eres un gusano azul o una polilla rosada. Hay maś colores para elegir, pero no son gratis. Se siente.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Límites y un sueño

No busques mi yo del pasado porque ya no existe. No quedan sombras ni cenizas, no queda esencia del aliento ya extinto.
No busques la risa joven e inocente, que ya se han roto los huesos más de una vez con tanto golpe.
Pero sobre todo, no busques que vuelva a cometer errores. Desde que se desbordó el río he perdido esa capacidad de olvidar los contextos.


Busca mi yo del presente. Si no lo encuentras... o si lo que encuentras no es de tu agrado... quizás es que nunca llegaste a conocer tampoco al yo del pasado.
Cambian las circunstancias. Cambia la gente. Cambia el mundo. ¿Y yo? Yo cambio más que todos ellos.


Busca mi yo del futuro. Y no te preocupes si no hay respuesta. Pocas personas gozarán del privilegio que supone asistir al final de la transformación.


Hay quien no necesita buscar, porque mis besos marcan el camino y sus labios se hicieron para seguir el rastro de los míos. La única persona que supo el nombre completo del dios diablo, también la única que fue aceptada en aquel jardín de fuentes guardado por el tigre que devoró el imperio.

Mañana te abrazaré entre promesas y sueños, entre palabras de escarcha que derretimos con nuestra piel. Y se ajustarán un poco más nuestros corazones entre el tic tac del tiempo.

Nada más necesito ni nada más quiero. Gracias a aquellos que me ofrecen parte de su camino, pero la decisión está tomada y nada me hará transitar por viejos senderos. Solo un vínculo tengo con aquel mundo, el amor puro del pasado que ahora nos hermana y hace que me proteja de todo mal. Me toma de la mano, me aleja de los ecos y me deja ante él, ante sus brazos. Sabe que me cuidará tan bien como él lo hizo en el pasado. Lo ve reflejado en mí, en la sonrisa que despierta mi nuevo sueño.
Ese sueño que eres tú, que soy yo, que se convierte en nosotros, en el deseo de dibujar juntos el futuro

Mañana. Eterno mañana. Dame solo unas horas más...


PD: Tripas de calamar deforme, orejas de desorejado y todo el vino derramado sobre la alfombra de la aniquilada humanidad. Que luego se quejan de que pongo demasiadas cosas edulcoradas. 

martes, 5 de noviembre de 2013

Desde el exilio con tacones muertos

No sé cómo puede morir un tacón. No uso esas cosas. Pero va bien para el título. Como va bien cualquier cosa que se me pasa por la cabeza.

Va siendo hora de que entre tanto texto os cuente un poco cómo me va la vida, que luego la gente me mira mal por no hacerlo.

Bien, la vida va así como para arriba y para el este. El este porque es lo primero que se me ha ocurrido, no porque haya nada destacable allí. Aunque está Japón. Y Japón mola. Tengo que volver.
Mis planes de futuro son un tanto inciertos, aunque se basan en algo muy simple: escapar de aquí. No queda otra. Aquí no hay trabajo, gente ni nada. Si uno no quiere morir del asco, debe largarse. Afortunadamente, soy una persona paciente, así que puedo esperar al próximo año. Porque es que no pienso irme sola, sino con la cosa merluza que tengo por novio.

A estas alturas de la vida ya lo sabe la mayoría de la gente, pero para quien no lo sepa, estoy con un chico desde hace algo menos de tres meses. Cierto informático melenudo al que conocí años ha, cuando aún vivía en Sevilla. La vida da muchas vueltas y aunque nos separó un tiempo, ahora nos ha vuelto a unir y podemos hacer cosas románticas como mordisquear piedras.
El caso es que mis planes pasan por escapar con él a quién sabe dónde. Posiblemente fuera del país. Y del mundo. ¡Y del universoooooooooo!

No cambio, ¿eh? La mayor parte de la gente se desvive por su futuro profesional y yo lo hago por mis relaciones. Siempre he sido así. Quizás porque nunca he tenido una vocación concreta o pasión que perseguir. O puede que se deba a que siempre he considerado que el trabajar es algo que debo hacer para no morirme de hambre, no algo que me llame la atención. Y no es por falta de ambiciones. Tengo muchas, aunque ninguna sirve para llenar la nevera. Una lástima.
Sin embargo, la gente me aporta mucho más. Todos los momentos especiales que recuerdo están asociados a diversas personas. No necesariamente una pareja, que conste. Pero está claro que el amor atonta y se cuela en la mayor parte de mis recuerdos bonitos. Y espero que esté durante mucho tiempo en los recuerdos futuros. Para toda la vida estaría bien.

Así que aquí estoy, a la espera de que pueda hacer mi nuevo cambio de vida de la mano de la persona a la que quiero tener junto a mí de ahora en adelante. Haciendo cosas para entretenerme, mejorar como persona y lapa y conseguir puntos extra para el reparto de cereales resecos.

Tengo que decir que últimamente estoy muy contenta. Incluso con los cambios de tiempo feos. Se notan en el ánimo, como siempre. Pero es llevadero.
Y lo que más me alegra es que he conseguido ser feliz estando en el exilio. Si soy feliz así, cuando escape será todo aún mejor.
Aunque soy afortunada. Incluso en el exilio tengo algunas personas que lo hacen todo más llevadero.

Oh, y tengo a Jancio. Mi antiguo binario. Estoy muy orgullosa de la relación de amistad que tengo con él. Le tengo un cariño inmenso. Y es que partimos de la base de que antes de ser mi pareja fue alguien que me ayudó mucho. Se volcó en mí y estuvo ahí en momentos que fueron duros. Luego fue un novio estupendo, aunque la relación no funcionase al final. Y ahora es nuevamente un gran amigo. ¡Y me cuida mucho! Él se alegra al verme feliz con mi pareja y yo me alegro cuando lo veo ilusionado por "persona X" (que no se diga que no respeto su intimidad XD). Aunque podría llamarla Fulgencia, Rodriga o Fervorosa. Es más interesante que "persona X". Se lo tengo que comentar.

Y es que las relaciones acaban, pero no por ello te tienes que separar de las personas que recorrieron el camino a tu lado. Quizás por eso me gusta hacer estas escapadas y ver a los amigos de allá. Sé que mi vida ya no pertenece a ese lugar, pero una parte de mí está allí, con ellos. Y es agradable volver a compartir momentos agradables. Aunque eso implique pasarte el puente entero madrugando para poder ver a todas las personas de mi agenda. Agenda de persona importante, por supuesto.

La verdad, mi vida es la historia de una persona que se mueve por el mundo siguiendo el soplo del viento. Tengo mi propia forma de ver las cosas. Creo que hasta mi propia moral (o eso parece cuando algunos se escandalizan por mi forma de pensar en ciertos aspectos). Pero es una moral coherente, lo cual ya es mucho. Por ejemplo, hay religiones que predican una moral que luego no es coherente con sus propios preceptos. Yo no haré esas cosas. Cuando domine el mundo, le diré a la gente que se las apañen solos, que no pienso decirles cómo tienen que hacer las cosas para ganarse mi perdón. Total, si yo perdono a todo el mundo, es lo que tiene que guardar rencor sea cansado.

Bueno, que me devío. El conservar a la gente que me importa, haber incorporado personas nuevas y el tener planes de futuro con mi melenudo es algo que me hace sentirme bastante satisfecha conmigo misma. 
Y la realización personal en realidad está ahí. Cada noche me voy a dormir pensando que mi vida está llena de personas maravillosas. Y me levanto ilusionada por disponer de un día más para estar con ellas. Y aunque me abandonasen todas las personas geniales que me rodean en la actualidad, me seguiría conservando a mí misma, que soy más maravillosa aún que el resto. Con lo cual siempre voy a tener muy buena compañía.

Aunque por ahora no parece que nadie me quiera abandonar. Es curioso. Curioso porque yo nunca me he considerado una amiga especialmente buena. Soy altamente egoísta y no antepongo los deseos de los demás a los míos. Me gusta que la gente a la que aprecio se sienta bien, sí. Como a todos. Eso nos acaba beneficiando, aunque sea únicamente por el hecho de que nos sentimos más felices al ver alegres a los que nos rodean.
Encima soy bastante desprendida. Puedo querer mucho a la gente e ilusionarme mucho por tener a ciertas personas en mi vida, pero no es algo que suela manifestar. No necesito estar al tanto de lo que hacen los demás, ni hablar frecuentemente con ellos. En lugar de ir tras la gente, soy más de "Ya sabes dónde estoy, ven si necesitas algo".
Así que en teoría no es el caldo de cultivo más adecuado para que las bacterias se transformen en cacahuetes. Ni para entablar relaciones sociales profundas. Pero las entablo. Y son duraderas. Quizás más distantes que las de otros, pero no por ello más débiles. Al menos por mi parte, que puedo estar meses sin saber de alguien y tenerle el mismo cariño que tiempo atrás. Igual ese es el motivo por el que no me abandonan. Hum.

Yo qué voy a decir. Me alegra de contar con esas personas. Igual puede que alguna de ellas esté leyendo esto. Si es así, quiero mil euros. He dicho.

Ains, debería estar durmiendo. Pero yo soy así, levemente esférica y de cristal. Y egocéntrica. Eso mucho.

A veces me pregunto por qué el ego se considera negativo. Yo no me creo mejor que los demás ni considero que valga más (tampoco menos, eh) que nadie. Cada persona es diferente y tiene sus cosas buenas y malas. Y yo estoy muy orgullosa de las mías buenas. Las malas no sé, creo que lo que considero negativo en mí lo he acabado eliminando. Pero claro, hay cosas que para mí son positivas y para otros no. Como el mencionado ego.
Siempre nos dicen que hay que ser humildes. ¿Por qué? No es cuestión de aburrir a nadie contando lo estupendos que somos. A nadie le interesa eso. Pero tampoco le interesa lo cutres que podemos llegar a ser, y eso lo menciona todo el mundo, lamentándose con penas variadas. El mundo es raro, desde luego.

El caso es que yo tengo un elevado ego. Me considero una persona que mola. ¿Por qué no? Todo el mundo debería ser una persona que mola. Salvo los infraseres, que esos no son persona, así que como para molar...
Y me considero feliz, afortunada. Tengo personas estupendas a mi alrededor y puedo presumir de hacer con mi vida lo que quiero sin rendir cuentas a nadie. Nunca hago nada que no quiera hacer (se entiende que a veces hacemos cosas que no nos gustan porque lo que obtenemos compensa, claro), no busco complacer a nadie y no me cuesta nada sacar a la gente de mi vida cuando no me conviene tener a ciertos tipos de humanos cerca.
Solo me falla (además de la salud ¬¬) el no tener esa meta profesional que ya he dicho que la mayor parte de la gente tiene. Puede que muchos no la alcancen (especialmente con el panorama que tenemos) pero es indudable que mi vida sería más sencilla si tuviese un objetivo claro en ese aspecto. Aunque a veces pienso que si fuera así no tendría los mismos privilegios que tengo (en lo que a nivel social se refiere). Creo que siempre hay una faceta que se resiente algo más, la personal o la profesional. Yo he decidido que sea la profesional. Igual es una excusa que crea mi mente para aceptar lo cutre que es el panorama laboral. Pero no me frustra, que es lo importante. Cada año que pasa sigo pensando que ha sido mejor que el anterior. Eso es buena señal.

¿Y por qué estoy contando todo esto de mí? Pues porque tengo sueño. Y porque contando mi vida se me vienen a la mente personas que podrían estar como yo pero se centran demasiado en lo que les falta y no en lo que tienen. Y todos tenemos muchas cosas. Huesos y músculos, por ejemplo. Y órganos así como pegajosos. Digo yo que serán pegajosos. Tienen toda la pinta. Como los filetes de pollo crudos. Ugh.

Esto iba a ser una entrada de "cómo me van las cosas" y al final parece una entrada de "La vida tiene cosas buenas, salchichones carteristas y fuegos fatuos con corona de espinas". Es lo que tiene. Sueño. Sí, he dicho ya que tengo sueño.

Yo podría ser menos vaga. Ese sí es un defecto que no hay manera de corregir. Igual porque nunca me ha pasado factura. ¿Para qué esforzarse en corregir lo que no molesta? La verdad, fuerza de voluntad tengo (mucha) así que es tan simple como "no me apetece". Así soy yo. Capaz de decir que algo no me interesa y no buscar excusas para apoyar mi decisión. O camuflarla.

Sigo teniendo sueño. No tengo ni idea de lo que he escrito en los últimos párrafos. De hecho, lo último que recuerdo haber escrito conscientemente es que mi merluzo melenudo es adorable. Seguramente no lo he puesto, pero lo es.

Al final la clave de todo, de la felicidad, de mantener a la gente a tu lado, del éxito del mazapán y demás, se basa en tener claro lo que quieres (o lo que no quieres) y ser coherente con tus ideales. No puedes ser un día una pieza negra y al siguiente una blanca. O puedes, pero el oponente te mirará raro. O mal. O el tablero se pondrá en huelga. A saber.
La otra clave (de sol, de luna, de eclipse y de nebulosa) es quererte aún más que a los demás. No desprecies a las criaturas inferiores (como los cartuchos de dinamita antropomórficos) pero tampoco te pongas a su nivel. Que nadie mirará por ti tanto como tú. Salvo seres con ojos de mosca. Buz, zumb, y crumb de caramelo.

Tengo sueño. Ya lo he dicho. Y estoy contenta.
Y espero que en primavera pueda estar inaugurando nueva etapa feliz, con serpentinas de colores de las que cantan. Si no cantan, pues bueno, celebración muda. No es problema.

Y ahora me voy, que llevo un rato que se me cierran los ojos. La culpa fue de un recogedor argentino que no tenía la hora del reloj bien puesta. Como de costumbre.

PD: Mi informático melenudo es adorable.
PD2: Eheeeee. De patagonia y campo.