sábado, 29 de junio de 2013

Ishi

¿Qué podía decir sobre aquella piedra? Era una parte de sí misma. Algo valioso, único, profundo. Ahora yacía petrificado, pero no por ello había perdido su magia, su simbolismo.

No podía entregar todo su ser. No ahora. Y no por falta de ganas. Simplemente, aún no se había resquebrajado totalmente la coraza. Exteriormente todo era como siempre... pero el interior, aún tenía partes convertidas en piedras como la que acababa de entregar a aquel chico.

¿Debía hacerlo? Ya nada recordaba el nombre completo de Daro, salvo ella misma. El pasado era reciente y lejano a un mismo tiempo, distorsionado y enmarañado. ¿Condicionando quizás las decisiones futuras? Aún no tenía modo de saberlo.

Pero le había apetecido darle aquella parte de su persona. No había peligro, no podía romper la piedra. Pero, al mismo tiempo, le serviría para saber si era capaz de tratarla con mimo, de no olvidar que era una prolongación de ella misma y de su alma.

Tenía la piedra. Y tenía muchas cosas más, aunque él creyese no merecerlas. Tenía su admiración, pese a las complicaciones que aquel chico presentaba ante el mundo. Tenía su cariño, cada vez que podía abrazar su cuerpo y sentir que no estaba sola. ¿Y qué más podía llegar a tener? Su deseo, aquello era obvio hasta para el más inútil. La tenía casi en su totalidad, pero en forma de piedra.

Una década entera. O puede que solo unos meses. Quizás mañana mismo amanecía con un nuevo color y un tacto más suave. No había forma de saber cuánto tardaría la piedra en volver a ser lo que era. Pero incluso en aquella forma, aquel fósil de algo que antaño estuvo vivo, era su bien más preciado.

Cuídala, habría dicho. O tal vez lo hizo, en palabras mudas. Eres libre de hacer lo que desees con este regalo, pero no lo olvides. Es parte de mí. Para bien y para mal. Si no la deseas, siempre puedes devolver la piedra. Hay muchas más en el lugar del que ha sido arrancada. Pero me gustaría tanto que la guardases cerca de ti...

Y así cambiamos de tercera a primera, de ella a yo, de tú a... tú. Los viejos tiempos, los nuevos tiempos. Fluyen hacia ti y desde ti. Yo te vigilaré, cautelosa. Para que no te hagas daño, para que no te toquen las sombras que a veces nacen de mis entrañas. Te cuidaré. Porque me importas. Esa es la respuesta a tu pregunta. Esta es la finalidad de la piedra.

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