sábado, 15 de junio de 2013

La sonrisa

¿Se puede ser feliz y desear llorar al mismo tiempo? Era la pregunta que había formulado hoy, para acabar descubriendo que la balanza se acaba inclinando hacia un lado u otro. Había descubierto, también, que las sombras acechaban donde menos lo esperas, manipulando cada pequeña conexión, cada sentimiento.

Sabía que era lo que tenía que pasar, la irremediable amputación del "yo". Temporal, pero dolorosa. Sin embargo, estaba dispuesta a enfrentarse al miedo de esa pérdida. Siempre acabas por recuperar el aliento, pero ello no impide que la sensación de ahogo sea molesta durante los segundos en los que el aire no llena tus pulmones.

Temiendo que se rompiesen las cuerdas que sujetaban a los elefantes en equilibrio, había buscado refugio en casas más fuertes, en construcciones sólidas. Pero habían resultado ser tan o más frágiles que su propio cuerpo. Algunas no eran más que aire con forma de ilusión, de espejismo.

Podría hacerlo sola, pero no quería. Pero, curiosamente, siempre había conseguido vencer las dificultades cuando no tenía nadie a quien recurrir.
Aquella noche había sucedido lo mismo. Varios habían intentado ayudar a sostener la estructura, pero nada podía contener a los elefantes. Ánimo, sé fuerte. Sostén las cuerdas.

No, no era eso lo que necesitaba, pero nadie lo sabía. Únicamente ella. ¿Y si dejaba que cayesen los animales? ¿Tan terrible sería? Mientras pensaba en ello, uno de los elefantes descendió por propia voluntad. Y después otro. Y un tercero. Y entonces ella comprendió que no era necesario que nadie supiese quién era Daro en realidad.
Desapareció entonces la necesidad de gritar bajo el agua. Disfruta de lo que te ha sido concedido y ya el tiempo dará o arrebatará razones. Eso le decían. Pero quizás ahora convenía un poco de estoicismo.
Sin embargo, cuando el sol te hace sentir mejor que la luna, es complicado centrarse en los beneficios de la noche. ¿Y cómo saber que no estás destinado al día?

En cualquier caso, ahora vivía en mitad del tiempo congelado, en el que no existían noches ni días. Donde los minutos eran idénticos, tanto en un par como en treinta. Y disfrutaba de ello.

¡La niña llora! ¡La niña ríe!
Y la dama noche contempla la escena desde su luna, dedicando un beso al astro que pronto la relevaría. Luz sobre luz. Tamizada. Mejorada. Espléndida.

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Por cierto, para la próxima entrada voy a hacer una excepción y voy a hablar de personas reales... o de siluetas en forma de dichas personas. Si alguien quiere aparecer, únicamente ha de decirlo en los comentarios. Obviamente, solo puedo incluir a gente que conozca lo suficiente como para poder introducirlo en mi mundo. No puedo reflejar al que no conoce a Plinio, no sabe montar en tiburón ballena o no conoce el verdadero objetivo del salmón ahumado.

En cualquier caso, algunos aparecerán, debidamente enmascarados, en las palabras que pronunciará el sauce.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Voluntario, voluntario! jaja

M dijo...

Buah, contigo va a ser muy complicado. Pero se intentará XD

Pija dijo...

¡Yo quiero salir! Soy Aan, la auténtica y original. Procura mencionar también mis zapatos Manolos, si no te importa.

Uqe tnags nu uben dái.

M dijo...

Indy, se te ve venir de lejos XD