jueves, 20 de junio de 2013

La estrella fugaz

Son imágenes que dejaron en mí un recuerdo imborrable. Son sensaciones que a veces pasan velozmente a mi lado, revolviendo mis cabellos. Son voces, son colores. Son risas compartidas, son pequeñas grietas en el corazón. No son nada y a la vez lo son todo. Porque son el escenario sobre el que se ha ido desarrollando este "yo" que ahora escribe.

No puedo dar más importancia a unos que a otros. Salvo, quizás, la única persona que no leerá estas palabras, aquel que se llevó mi último "te quiero" cargado de auténtica devoción.

Pero son muchos los instantes que se mezclan unos con otros, danzando a mi alrededor. No hay orden partiular, todo depende de cómo se reflejen los rayos de sol de la mañana.

Hay algo en común. Todos me sorprendieron. A todos anhelé poseerlos en algún momento de mi vida. Perderme en esos ojos claros, en esa mirada oscura. En la cascada de rizos, en la suavidad de su oscura melena, en ese pelo que, sin pasar de los hombros, me hace querer revolverlo una y otra vez. En su piel morena y en aquella que rivaliza con la mía. En sonrisas pintadas y sin pintar, en miradas tímidas y en aquellas que te taladran el alma. En voces, muchas voces. Y en el laberinto de palabras en el que fuimos entablando nuestro pequeño puente, conectando almas.

Algún día, conseguiré mi propio satélite. Orbitará junto a mi, sin miedo a perderlo como a las estrellas fugaces. Hasta entonces, mías son esas luces brillantes que surcan el cielo.

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