miércoles, 19 de junio de 2013

Una entrada normal

¡Yey! Hoy no habrá historias, personajes ni metáforas. No tenía el ánimo para escribir así de forma automática y bonita. Así que escribo de forma automática y cutre.

El caso es que llevaba unos días bien rarunos, quién sabe si por cosas de la medicación, del tiempo que está loco, de la rebelión hormonal o de verme envuelta en el apasionante mundo de organizar mi vida y la de los demás. Igual de todo un poco. Pero me ha servido para acercarme al maravilloso mundo del death metal. Antes escuchaba la variante melódica del mismo, pero no era capaz de escuchar death de verdad. Sin embargo, tras un día en el que nada en grooveshark casaba con mi estado anímico, descubrí que el death metal lo hacía a la perfección. Me encanta descubrir nuevas cosas.

Y es que ya he dicho siempre que para mí la música es como un gráfico ondulante, como mi estado anímico. Y cuando más se acerca la ondulación musical a la que dibuja mi ánimo, mayor es la conexión. Cómo diablos he llegado a un punto en el que la onda dibujada por mi vida es igual a la que dibuja el death... a saber.

Hablando antes de descubrir cosas nuevas, hoy he descubierto (con tres años de retraso respecto a los estudios, yeah) que el cerebro humano sigue madurando hasta alcanzada la treintena y, en ciertos casos, incluso hasta los cuarenta. Eso es una buena noticia por partida doble:

1-Aún puedo llegar a ser mejor y más maravillosa.
2-Todavía hay salvación para un gran número de seres humanos.

Aunque lo primero no lo ponía en duda, lo segundo es una buena noticia para Regargojana y para mí. Posiblemente, pueda contar con Nanie también.
Y es que Regar y yo somos unas incomprendidas. Rodeadas de cutrez generalizada, escondiéndonos en las sombras para que no nos atrape la insulsez de cuanto nos rodea. Y claro, solo unas pocas personas, que también viven en la sombra, nos comprenden. Pero es difícil encontrar a las personas en mitad de la oscuridad. Y muchas de ellas han terminado enloqueciendo por la falta de luz. Así que menudo panorama se nos presenta, meloncias mías.

Pero siempre hay gente que se salva. Generalmente, gente a la que adoro y que además es muy buena conmigo. Esos irán conmigo en la Tardis (cuando la tenga). Porque como ya dije, necesitaré gente que se encargue de su limpieza y mantenimiento.

A veces me preguntan qué haría con una de ellas. A qué lugar viajaría en el tiempo. ¿Pasado o futuro? Seguramente me decantase por futuro, porque el pasado puedo imaginar cómo es, aunque no sea lo mismo que vivirlo. Pero del futuro no tengo ni idea, no hay forma de saber cómo será. Aunque del pasado reconozco que me llama la atención el comprobar si ciertas cosas son tal como las cuentan. Y ver cómo eran verdaderamente los dinosaurios, por ejemplo. O todas esas cosas sobre las que se teoriza pero no se llega a una conclusión clara.
Pero puestos a elegir, me quedo con el presente. Me parece lo suficientemente estimulante como para pensar que merece la pena vivir en él. En este mundo de hoy día hay mucho que ver, mucho que hacer. Y mucho que cambiar, también. Pero eso es algo que ya es más complicado de forma individual. Pero desde luego, hay muchas cosas del mundo presente que yo ignoro.

Y en el mundo presente, como ya he dicho, hay personas que molan. Las que más lo hacen son aquellas que presentan un ingenio natural, algo que las hace especiales, diferentes. Y también aquellas que tienen el valor de ser claras, de comunicarse sin esconderse, de crear una retroalimentación efectiva en la que preguntar antes de afirmar.

Ah, siempre que me pongo a escribir, me empieza a dar sueño y llega un punto en el que ya no puedo tener los ojos abiertos. Y este es el momento. Así que paro, dejándome muchas cosas atrás.

Buenas noches, albóndigas mías.

2 comentarios:

Esquizombi dijo...

Me encanta el tono. Bueno, y el mensaje desde un punto de vista semiótico, pero esa es otra historia xD

M dijo...

Oh, vaya, gracias. No sé qué tiene de especial... pero me alegra que te guste ^^