-No me gusta que sufran.
-No es tu problema. Te vuelcas demasiado en ellos. Y no todos lo merecen.
-La verdad es que nadie lo merece. Lo hago por propia voluntad, pues no está entre las tareas que se me encargaron.
-Entonces no le des más vueltas. Si se matan entre ellos, es su problema.
-Pero a veces sé que podrían volver a sonreír, solo tienen que encontrar el camino.
-Por sí mismos. Si sigues cuidando de ellos, lo único que vas a conseguir es que paguen sus frustraciones contigo. No todos son como yo.
-Afortunadamente...
-Eh, no empieces de nuevo. Pensaba que ya estábamos en paz.
-Claro que sí. Pero yo no sería yo si no consigo hacerte fruncir el ceño.
-Bah, ten protegidas para esto.
-¿Perdón? Si soy yo la que te protejo a ti.
-Ya te gustaría...
-Eres odiosamente adorable.
-Mira, lo mismo pienso de ti.
-¿Y de él qué piensas?
-Hmmm... si lo sabes perfectamente.
-Me gusta hacer que lo verbalices.
-Pues no será hoy el día.
-¿Por qué no?
-Tengo que llevarte a un lugar.
-Déjame adivinar... vamos a encontrarnos con el romper de las olas.
-Sí. Tengo curiosidad por ver qué nos depara hoy el mar.
-Cadáveres.
-Siempre tan positiva...
-Anda, calla y ayúdame a levantarme. Tenemos que llegar antes de que anochezca.
-O no...
-Cierto. Puede que no sea necesario. En cualquier caso, ¿me ayudas?
-Claro. Pero no te acostumbres...
-Ni tú a mí.
-Se hará lo que se pueda.
-Harás lo que yo diga.
-Desde luego...
-Sí, desde luego...
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