jueves, 14 de marzo de 2013

Bendición

Era un ser maravilloso. Rozaba lo divino, parecía haber llegado a este mundo desde un lugar mucho más perfecto. Sin embargo, esa misma perfección podía destrozarlo todo. Era un don que podía solucionarte la vida, pero también te la podía arruinar. ¿Quién tendría el valor de tomar el arma entre sus manos?

Era un ser inigualable. Otorgaba todos y cada uno de los deseos formulados. Pero también podía volverse contra el que abusaba de él. No eran pocos los que habían sucumbido al acercarse demasiado. Era difícil establecer el límite, el punto a partir del cual no era seguro aproximarse.

Era un ser con sentimientos. Y sin ellos. Era cambiante, era todo y nada. Tan pronto mataba como te devolvía la vida. Era el riesgo innecesario, pero tras el que espera la recompensa que siempre has deseado. Podía besar tus labios y después arrancarte las entrañas.

Era lo que era. Y nadie podía quejarse por ello. Estaba por encima de muchos de ellos, al alcance de los pocos que han aprendido a volar. Pero se requería valor para estar a su lado. Mucho valor. Por eso siempre colgaba aquel cartel de su cuello. "Precaución. Frágil. Se recomienda escapar". O bien podría haber sido "Anhelo, miedo, esperanza. Tómelo bajo su propia responsabilidad".

Pero era feliz. Como todos los de su especie. Y unos pocos habían aprendido a apreciarlo. Como el ser legendario que era, como el preciado tesoro por el que uno está dispuesto a jugarse la vida. Los demás... los demás ya podían empezar a correr.

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