martes, 9 de abril de 2013

Inmortal / Caedro

Era una de esas ocasiones en las que sentía que su ser entero se revolvía de arriba a abajo. Un grito quería salir, agónico y esperanzado al mismo tiempo.
Sonreía. Una sonrisa inquietante, repleta de sombras. Pero era una sonrisa. Eso es lo que importaba.

Era feliz. Y tenía miedo. Pero vivía. Al borde del abismo, pero sin caer. A veces las lágrimas asomaban a sus ojos y, minutos después, las carcajadas la hacían revolcarse por el suelo.

¿Qué deseaba? Todo. Y nada. Ella se desplazaba por la vida a una velocidad que escapaba a la comprensión de cuantos la rodeaban. Ya llevaba cinco vidas recorridas. Y sus compañeros ni siquiera habían sido capaces de disfrutar de una.
Y en esa habilidad de enfrentarse a varios enigmas de una sola vez, había descubierto el secreto para mantenerse en pie durante siglos. Se internaba entre las telarañas que forman los vínculos entre unos y otros. No tropezaba, aunque sabía que de hacerlo, no tardaría en levantarse.

Vivía, intensamente. Deseaba con todo su corazón y dejaba de desear al primer rechazo. Antes de tener tiempo siquiera de ser consciente de que había sangre manchando su ropa, ya estaba enfrascada en el siguiente reto.
Ciertamente, no todos los desafíos presentaban la misma dificultad. Ni el mismo interés. Pero ella había aprendido que si quieres vivir para siempre, tienes que aprender a alejarte de aquello que está muy por encima de ti. No era cobardía, no era resignación. Era simple instinto de supervivencia, de ponerse el menor número posible de zancadillas.

En ocasiones, en raras ocasiones, se descubría anhelando algo con toda su alma. Algo que nunca podría alcanzar. Pero jamás lo admitiría. En su lugar, anhelaría tantas otras cosas que las nuevas esperanzas acabarían por ocupar todo el espacio disponible. Habría sido algo forzado si ella no fuese una soñadora con vidas de experiencia a sus espaldas. Pero en ella los espacios temporales se sucedían de forma dinámica y suave, montándose unos sobre otros. Y tan pronto se encontraba en uno como saltaba al otro. Podía retroceder, podía avanzar, podía congelar el tiempo. Pues todo su universo estaba configurado de tal forma que podía elegir un punto al azar y comenzar de cero desde allí.

Y era tremendamente feliz así. Una felicidad que aterraba, que a veces no era tan plena como podría esperar. Pero que iba camino de transformarse en algo que la sacaría de aquel universo de claroscuros.

Demente. Así la habían llamado alguna vez. Nunca en su presencia, pero siempre lo contemplaba en las miradas de aquellos que no eran capaz de comprender. No los culpaba. Sus acciones eran ilógicas para aquellos que no se encontraban en su mismo universo. Pero ella las comprendía a la perfección, incluyendo lo que parecía ser el caos. Un caos bien ordenado, dispuesto para su uso y disfrute.

Y así transcurrían los días. Se acercaba a la gente, sonreía y entregaba un trozo de su espíritu pasado. Si alguien era lo suficientemente afortunado, puede que recibiese algo del presente. Pero del futuro... solo unos pocos eran merecedores de ello. Ella sabía sus nombres. Sabía bien lo que quería, pero también sabía el precio que esaba dispuesta a pagar por ello. Nunca la mortalidad. Por ello, en cuanto peligraba la eternidad de sus días, daba media vuelta y cerraba la puerta tras de sí. Un año de llanto descontrolado, que en la distorsión que presentaba su dimensión alternativa, era solo un segundo a ojos de los demás. Y tras ello, nuevas esperanzas. Tras otras puertas, tras otras manos. Y tras aquellos ojos. Aquellos ojos verdes que siempre había deseado tener a su lado.

Llegamos así al momento en el que la sonrisa sangra. Pero la sangre es dulce y convierte su rostro en una máscara de inocencia desenfocada.

Sabía lo que quería y lo que podía llegar a querer. Y sabía también que solo había un posible desenlace para sus batallas. La victoria. Porque es la ventaja de la inmortalidad. Tienes todo el tiempo del mundo para conseguir tus objetivos.

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¡Remolinos!
Entre tus brazos, entre tus labios. Entre la tierra que pisan aquellos que aún disfrutan de la dicha de su melodía.

Espirales. En abrazo eterno y sometido a las reglas del juicio inexistente. Y caen, caen, caen. Como gotas de lluvia perezosas.

Ondas. Ondas en escala, ascendentes, descendentes, transparentes y acuosas. Magníficas, aumentando bajo la lente que todo lo amplifica y lo convierte en sonido que rebota. De un lado al otro, entre los cables multicolores, acolchada la estancia en la que el negro y el blanco se funden en sombras que resultan grises.

Girasoles. Danzando y consiguiendo devolver la luz al valor. Tan sencillo era recoger la semilla y convertirla en fruto. ¿O lo era ya antes de recogerla?


Y nos ofrecen el paraíso. Dentro de una urna de cristal. Se lo ofrecen a esa mirada que la hacía estremcer. Se lo ofrecen a las palabras que nunca se cansaba de escuchar. Se lo ofrecen al ingenio que la deslumbraba, a la carcajada sincera que lograba arrancar del fondo de su corazón.

¿Y qué ofrecía el mundo entonces? ¿Cómo compensaba la caída del sustento de aquellos que tamizan la realidad? Quizás no llegase nunca a saberlo. Posiblemente solo unos pocos podían entender lo que no estaba ya legible en la piedra.

Giraba, giraba y giraba. Y salpicaba el agua, quemaban las llamas del olvido. Y todo el mundo era ella y ella era todo con el mundo. Porque debía obedecer aquello que estába programado en la conciencia de lo que aún no existe. La atemporalidad es lo que tiene. Que crea planes que todavía no se pueden reflejar en este lado del vórtice.

Pero todo era maravilloso. Y eso es lo que importaba. Todo era luz y todo era sonido. Todo era un lugar en el que dejarse caer y en el que poder sobrevivir a todo. Y a todos.



2 comentarios:

El anónimo atónito que te amó dijo...

Hace tiempo que no pasaba por aquí... QUé cambio tan brutal el blog. ¿Dónde estan los comentarios? ¿Dónde el absurdo? ¿Dónde las tildes de algunas palabras? Ah, ya, te han poseído.

M dijo...

La gente que se ha vuelto muy vaga para comentar. Por lo demás, ahora estoy en el exilio y me da por actualizar muerta de sueño y no molestarme ni en corregir lo que pongo. Y luego salen estas cosas :P