jueves, 18 de abril de 2013

Trepanación lateral inusitada

Era una cruenta batalla entre el sí y el no. Entre el arrojo y el salir corriendo. Los bandos estaban igualados y la victoria no parecía tener prisa por escoger amante.

Tenía que cabalgar y unirse a su grupo. Y para ello tenía que ensillar su propio caballo, sin ayuda. Claro que la teoría está muy bien, pero en la práctica solo tenía una lagartija juguetona llamada Klaus.

Hay ilusiones en juego. ¿Pero me apetece entregarme a ellas? ¿Me apetece volver a esforzarme justo en este momento? Sí, si es por algo que merece la pena. Solo en ese caso renunciaría a los privilegios actuales, que no sabes lo importantes que son hasta que se cierne la amenaza de perderlos.

Las olas repetían su canto una y otra vez al estrellarse incesantemente contra las rocas. Déjate llevar, decían. Pero las gaviotas gritaban todo lo contrario. ¿Era mayor el estrépito de las aves? El pescador se encogió de hombros y acarició al perro que daba vueltas a su alrededor. No sabes qué has pescado hasta que el anzuelo abandona el agua con su cazador cazado. O con una bota muy fea. Las botas feas abundan en este universo. Y en un par que hay paralelos.

Total, que no apetece hacer nada si no dan una buena razón para ello. Porque los miedos y las ilusiones se entremezclan y cantan cosas horribles que destrozan los tímpanos. Y el pasado se ríe mientras el futuro duerme la siesta perezosamente.

Y así seguimos en esta batalla que lleva decádas librándose. Con un plank, plank y siete ramilletes de posibilidades.

Pero sé el resultado y sé lo que la naturaleza me tiene preparado. Un pastel. O no. Pero eso estaría bien. En cualquier caso, en algún lugar, en algún momento, el pastel aparecerá ante mi. The cake is a lie. Pero habrá que cruzar al otro lado para comprobarlo.

Se estaban ahogando en el lago y nadie se había percatado de ello. Podrían seguir nadando, pero tenían que tener cuidado o no podrían escapar de aquellas aguas traicioneras. Nunca se sabe cuándo el remolino se tragará la barca de papel.

Y así acaba esta entrada. En la que abandonamos la seguridad de la independencia y del consuelo en brazos de aquellos que nos acompañaron en nuestro primer viaje. Pero guardando siempre un recuerdo hermoso y un cariño especial. Que no nos atrapen las letras ni las aventuras pasadas. Estamos de paso y es hora de volver a caminar.

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