viernes, 1 de febrero de 2013

Sueños típicos

¡Hacía mucho que no tenía sueños interesantes!
Así que ahí va el relato de mi mundo onírico de esta noche. Lo recuerdo todo con bastante detalle, así que espero no dejarme nada mientras escribo.


Todo empieza en un hangar enorme y silencioso. Voy recorriéndolo, hasta que encuentro un pasillo de paredes blancas que conduce a un hospital. En una de las salas hay una pareja (a la que se supone que conozco) esperando para ver a su hijo recién nacido. Lo bueno de los sueños es que pueden ser diferentes a la realidad y seguir pareciendo lógicos. Allí no había partos, el bebé llegaba en un híbrido de cochecito y paquete de correos, envuelto en una toalla. Como era recién nacido, lo depositaban en una de las habitaciones del hospital para asegurarse de que estaba sano y de que "se secaba", pues nacía mojado y eso era peligroso porque aumentaba el riesgo de que contrajese enfermedades.
Un enfermero intentaba impedirnos el paso, porque decía que el niño era muy pequeño, pero al identificarse la pareja como sus padres (del niño, no del enfermero, obviamente) nos deja pasar. Nos tenemos que lavar con unas toallas húmedas antes de acercarnos al niño, que permanece tapado con la suya propia. Los padres se sitúan uno a cada lado del niño, pero no se atreven a levantar la toalla. Al final, decido hacerlo yo.

Es un momento bonito. El niño sonríe, el padre abre la boca lleno de emoción (a la madre no la visualizo, por algún extraño motivo). Yo siento que me  voy a echar a llorar, porque empatizo con él y la alegría de ver por fin a tu hijo. Pero me resisto. Además, al poco no puedo evitar empezar a reír, porque al boquiabierto padre se le queda una cara de bobo que no puede con ella. El niño también ríe y veo que tiene dos dientes a medio salir. Pienso que es extrañó. Y que mira que son feos los bebés.

Al rato, la madre (que había permanecido fuera de escena) dice que van a irse a la playa con el niño. Miro por la ventana y el mar rompía justo en el alféizar. Yo les digo que están locos, que el niño acaba de nacer y ya nos han advertido de que es muy sensible a los gérmenes y demás. Sus padres, empeñados en que el agua del mar salada es buena para la salud, se empeñan en meterlo. Yo me lanzo al agua con ellos y mientras esquivo las olas que impactan contra nosotros, les hago saber que ese agua está contaminada con vete a saber qué, que no es nada sano meter ahí a un niño tan pequeño. Al final ignoro si me hacen caso, porque hay un salto temporal.

En la siguiente escena, la madre  corre tras el niño, que tiene ya la edad de empezar a corretear por sí solo. Aunque de algún modo, todo esto sucede como si solo hubiese transcurrido un día desde el nacimiento.
La madre está alterada porque el niño es muy travieso. Hay cámaras grabándolo todo, pues es una especie de programa de estos en los que violan tu intimidad y demuestran a todo el mundo lo terrible que es tu vida XD. El caso es que hay dos madres más, las numeraré. Madre 1 es la del niño, luego está madre 2, una mujer morena, y madre 3, una chica joven que se parece a la primera compañera de la nueva serie de Doctor Who.
Hay un teléfono (de los antiguos) en el centro de la sala y los productores del programa llaman a Madre 1 para que comparta sus avances. En esos momentos, Madre 1 se niega a seguir con el programa y decide pasar el teléfono a Madre 2, la cual no acepta realizar el trabajo de Madre 1. Madre 3 es la que al final se pone al teléfono. Madre 1 le da las gracias y le dice que a cambio puede quedarse con su parte del dinero del programa. Madre 2 entra en cólera en ese momento, pues declara que de haber sabido que había dinero de por medio, habría aceptado responder al teléfono. A fin de cuentas, Madre 2 va antes que Madre 3 en orden numérico, así que es lo que debía corresponder.

Al final, parece que todas las madres se reconcilian (tras seguir Madre 2 el cable del teléfono y descubrir que llegaba al móvil de Madre 3, con un extraño empalme que había realizado con un mechón de pelo teñido de rosa). Madre 2 obliga a 3 a cederle el móvil y ocupar su puesto.

Nuevamente, un salto temporal. En este caso, estamos en una casa, que se asemeja a una guardería. El niño ya tiene edad de aprender a hablar y una serie de profesores han decidido que, dada su gran inteligencia, van a emplear con él un método para aprender varios idiomas simultáneamente. Recuerdo ver al niño jugar a ordenar unos diccionarios en varios idiomas. De algún modo, eso tenía sentido a la hora de aprender a dominar la gramática de una forma intuitiva. Cosas de los sueños.
El caso es que al cabo de un rato me consultan, porque el niño lleva varios días sin querer avanzar. Por lo visto ya han terminado con todos los libros de nivel 1, han empezado con inglés nivel 2  y el niño se niega a colaborar más. Les sugiero que prueben con francés 2 (mi "yo" del sueño tiene muy mal gusto) y también me ofrezco a enseñarle japonés 1, pues considero que es un nivel muy sencillo. Le digo unas pocas frases en japonés y el niño parece interesado. Lo cojo en brazos y entonces me doy cuenta de una cosa. Se niega a aprender mientras una mujer (presuntamente, la dueña del lugar) está cerca. Acerco y alejo al niño de ella, hasta llegar a la conclusión de que le da miedo su corte de pelo.

A todo esto, se supone que mi trabajo no era ese. Yo debía estar en una oficina, en el piso superior, haciendo algo productivo. Cuando llego, me entero de que había que maquetar unas páginas de unos planos, para lo que se usaban unos triángulos morados, de madera, unidos por cuerdas. No acierto a imaginar la lógica que tenía aquello, porque era como montar figuras, pero bueno. El caso es que todos se han llevado a casa el equivalente triangular a su página, pero nadie encuentra la que me corresponde a mí. Tras buscar por todos los rincones, doy con él en una estantería. Pero ya es tarde, tenemos una reunión. Como no me va a dar tiempo (yo trabajaba en el turno de mañana) decido dejar a mis compañeros una nota, indicando el trabajo que quedaba por hacer. Busco en una caja donde supuestamente debía haber hojas o post-it, pero solo encuentro viejas pegatinas de las que se usaban para poner el nombre del contenido de los disquetes. Las pegatinas son absurdamente pequeñas para mi propósito, pero aún así encuentro algunas en las que pueden leerse fragmentos de conversaciones intercambiados por mis compañeros, como si de un sistema de mensajería se tratase. Hay comentarios sobre "lo nuevo del sistema" y sobre "el jefe aún no le hace mucho caso, ya te responderá, tranquilo".

Encuentro al fin una cuartilla que sirve para mi propósito y escribo algo tipo "Acabamos de encontrar esta pieza para maquetar. No dispongo de tiempo, así que intentad dejarla lista para mañana". La dejo en un lugar visible, para que puedan verla los del turno de tarde, y me voy corriendo hacia una plataforma circular en la que mis compañeros de trabajo iban a ver al jefe. Ya se ha puesto en movimiento (ascendente), así que decido usar otra plataforma diferente, que tiene marcada la silueta de un pie. Piso en ese lugar y la plataforma desciende. En un principio iba a quejarme de mi suerte, pero en ese momento escucho un estallido y veo caer la plataforma de mis compañeros, cubierta de sangre. A mi alrededor hay explosiones producidas por infinidad de cuchillas afiladas que van estampándose por doquier. Parece ser que nuestro jefe se ha vuelto loco y ha decidido matar a todo el mundo. Como la siguiente soy yo, abandono la plataforma como puedo, pero parece que ya es tarde. Empieza a soplar un fuerte viento succionador, que me arrastra hacia el final de la estancia. Allí se acumulan muchas personas y me doy cuenta de que estoy en medio de un espectáculo surrealista y de que solo tengo que ir narrando una historia con lo que voy viendo para evitar se aniquilada. Una mujer me hace la competencia con su ágil narrativa, pero yo consigo describir antes los sucesos a mi alrededor y gano tiempo para llegar al pulsador del ganador. En ese momento, todo se detiene y estoy en el exterior.

Una plaza enorme. Hay músicos callejeros y se me acerca una chica, supuestamente amiga mía. Me dice que huya del lugar, que si tengo que llevarme por delante a alguno de los músicos, que lo haga. Pero que no ataque a una chica con tacones y vestido negro cerca de allí, que es familiar de alguien famoso y va repartiendo dinero cada dos por tres.
Hago caso a su consejo y echo a correr. Por el camino caigo en un tenderete lleno de joyas y me doy cuenta de que al poner las manos para apoyarme y evitar irme al suelo, he agarrado bastantes joyas de plata y amatista. Me planteo devolverlas, pero se está repitiendo una escena dantesca de matanzas como aquella de la que acababa de escapar, así que me limito a soltar las joyas y seguir corriendo.

Llego a una zona de callejones oscuros. Hay una presencia, una figura gigante, similar a un Balrog pero con pezuñas peludas a modo de patas. Se dice que es una criatura mitológica, de nombre similar al fauno, muy poderosa. Y es la última en su especie. Supuestamente no es buena idea  encontrarse con dicha criatura pero, para mi sorpresa, no se muestra agresiva al verme. Solo triste.
En ese momento tengo una visión. La criatura recién nacida, tendida en el sueño bajo la lluvia, envuelta en una membrana que hace las veces de huevo protector. Su madre, un ser muy similar a un dinosaurio que hubiese pasado una noche de pasión con Cthulhu, yace herida de muerte a su lado. La oigo implorar por su vida, no por ella, sino para poder ayudar a su pequeño. Pero no sirve de nada. Muere y el pobre pseudofauno extraño tiene que criarse solo. Pero por algún extraño motivo, se supone que yo soy en cierto modo otra criatura mitológica, así que comparto poderes con él y por eso no me ataca. Bien por mí, supongo.

La escena cambia nuevamente. Estoy en una urbanización cerca de la costa. Hay pintadas de gente llamando a la rebelión. Me acompaña un chico que está cansado del sistema y que se dedica a ir dejando líneas de colores azules y amarillas como símbolo reivindicativo. Llegamos a una plaza, en la que se dispone a realizar una pintada, cuando de pronto descubro un aparato cilíndrico en el suelo. Es de pequeño tamaño, como una bala, pero parece muy sofisticado. En ese momento aparecen helicópteros de las fuerzas de seguridad y comienzan a peinar la zona. Algunos hombres armados descienden hasta nosotros y empiezan a interrogarnos. Apuntan al peligroso (por lo que parece) objeto que he encontrado, pero no se atreven a tocarlo. Ya que he sido yo la que lo he descubierto, me piden que lo levante para que puedan inspeccionarlo.
En el instante en el que toco el objeto, me inunda el conocimiento sobre una turbia trama política, criminal y, en definitiva, con muy mala pinta. Así que me largo.

Descubro que alguien más tiene el conocimiento que yo poseo, pues hay una voz en off que empieza a narrarme lo que está sucediendo. Dos robots similares a los Dalek se encargan de vigilar a dos pobres hombres a los que esta mafia tiene explotados y a los que obliga a recoger grandes sumas de dinero de lugares estratégicos.  No podían librarse de la vigilancia, pero uno de los hombres logró burlarla de alguna manera.
Al saber esto, todo cambia a mi alrededor. Estoy en una sala grande, como una habitación de hospital. En una camilla, una mujer se ríe de mi "accidente de avión". Y es que como en un flashback, viene a mí una imagen como en la serie de Lost, con un avión partiéndose en dos. La mujer me culpa de su estado de parcial inmovilidad, pero ríe al verme postrada en una silla de ruedas, cubierta de sangre (ni idea de cómo he acabado así). En una de esas, me cansa y le lanzo un cenicero, con tan mala puntería que impacta en el borde de un reloj hecho con un material similar al mármol, pero muy frágil. Al marido de la mujer, que está postrado en otra cama, le irrita sobremanera el sonido de ese material al romperse, así que me dedico a lanzarle cosas a la mujer para romper de paso el reloj y que el marido se enfade. Al fina, acaba la cama de la mujer (con mujer en ella) saliendo por la ventana por un empujón del marido. Yo llamo a los enfermeros para que vean lo que ha pasado y así poder irme, alegando que mi compañero de habitación es un loco peligroso.

Vuelvo a estar en la calle y regresa a mí la voz en off, hablándome del hombre que había conseguido burlar la vigilancia del pseudodalek. Ese hombre obligaba al otro a conseguir también encargos para él, y si se negaba, amenazaba con enviar a los dos pseudodalek hacia él. El caso es que la voz en off me dice que fue muy tonto al no matar al otro hombre tras obligarlo a entregar el dinero por primera vez, pues se chivó y le tendieron una trampa. Lo hicieron salir de casa, pensando que podría volver a aprovecharse del otro, pero entonces los pseudodalek lo liquidaron en un callejón. La voz en off me aseguraba que eso era lo mejor, pues así no quedaban testigos que pudiesen hablar sobre la mafia criminal que estaba detrás de todo aquello.

En ese instante, yo pienso "pues soy un testigo" y la voz estalla en carcajadas, mientras me dice que, efectivamente, lo soy. Pero que le pondrá remedio ahora mismo. Empiezan a romperse e incendiarse cosas a mi alrededor, pero a mí aún no me pasa nada. Me estreso ante tanta amenaza y, finalmente, despierto. Y escribo este tocho, para que n....

(Ahí me dio sueño y pensé que lo había publicado... ¡Y no!. Menos mal que estaba como borrador, a publicarlo ahora XD).

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