lunes, 30 de septiembre de 2013

El pasado

Al ser humano le gusta sumergirse en épocas ya vividas. Recordar lo que fue y lo que nunca será, lo que pudo haber sucedido y ahora es imposible. Sí, también se puede recordar el hermoso conjunto de agradables vivencias. Pero a la gente le gusta torturarse y evocar lo que dejaron atrás, con ese toque que tan pronto se muestra como nostalgia como se viste de obsesión.

De mí qué voy a decir. Cualquiera sabe que disfruto del presente y pienso que cada nuevo año me va a deparar cosas aún mejores que el anterior.
Pero a veces, yo también buceo entre los recuerdos.

Parecen lejanos los tiempos inocentes en los que pasaba las tardes entre apuntes sobre comuncación y silabarios japoneses. Bueno, pasaba las tardes de mayo-junio, porque hasta entonces había que disfrutar.
Luego vino la crisis, la universal y la personal. Lástima que salir de la primera sea más complicado que de la segunda. Que tampoco es que esto último fuera sencillo, pero al menos dependía única y exclusivamente de mí.

Pero bah, esas cosas son como pinceladas de lo que viví, que formaron parte del camino a recorrer. Poco más. Son más profundos los recuerdos que dejan en nosotros las personas que nos rodean. La interacción social, algo sencillo que algunos se empeñan en convertir en todo un desafío.

Me acordaba esta mañana de ese pasado social reciente. Reciente y lejano a un mismo tiempo, porque el pasado de este mismo año puede resultarme más ajeno que el que lleva siglos enterrado.
Repasaba las caras de las personas que irrumpieron en mi vida sin previo aviso. Los sueños que me confiaron, los miedos que trataron de ocultar. Los demonios con los que lidian cada noche, envueltos entre las sábanas.

Importantes fueron aquellos que quisieron compartir su vida conmigo, de un modo u otro. Fracaso absoluto y estrepitoso, todo sea dicho. Quizás es complicado mantener un equilibrio entre tener una mente diferente y conservar la cordura. Por eso he visto caer a la gente a mi paso, incapaz de afrontar el desafío, temerosos de no ser capaces de recorrer el camino junto a mí.

No llegamos a crear decepciones amargas, porque siempre hubo una barrera que no logró penetrar la ilusión de la novedad. Es posible que todo se debiese a aquella espina clavada, oculta en la sombra, olvidada.
Era, sin lugar a dudas, el más controvertido y profundo de los recuerdos. Desenterrado en el momento oportuno, degustado lentamente, sin prisas. Hasta que un día te percatas de que el recuerdo no solo es ya tu presente, sino también tu futuro.

Reconozco que es complicado. Pero sencillo al mismo tiempo. Sí, sé que parece imposible, pero así es como vivo las cosas. Complicado porque el sendero era abrupto y poco amigable. Y sencillo porque, pese a ello, he caminado entre los obstáculos sin problema alguno, con total naturalidad. Hoy estás junto a un muro y mañana te percatas de que lo has rodeado sin darte cuenta.

De todo esto soy consciente al repasar mi vida, breve y eterna, salpicada de bifurcaciones y puntos clave. Pero, la verdad sea dicha, no encuentro especial satisfacción en todo esto. Contemplar es algo estático que no está hecho para mí. Vivir se ajusta de un modo más acertado a mis propósitos.

Aún no sé qué me depara el futuro. Si algo he aprendido, es que la vida da muchas vueltas y nunca sabes qué se esconde tras la puerta que tienes frente a ti. Hay gente que no abre la puerta y mira hacia atrás. Yo soy todo lo contrario a esas personas, abro toda puerta que encuentro, olvidando pronto el camino que me condujo hasta ellas.

Pero aquí estoy. Acostumbrándome a las nuevas ilusiones, a los nuevos sueños. Me siento muy bien, aunque como ocurre cada vez que abro una nueva puerta, necesito un periodo de adaptación, un tiempo para habituarme al nuevo paisaje y sentirlo como mío.

Así que este es el presente que disfruto ahora. Un presente al que el pasado le es ajeno y el futuro no es algo a lo que pueda acceder aún.
Poco a poco, voy asimilando las nuevas formas, sonidos, aromas. No tengo ni idea de qué sentiré cuando las colinas que se extienden ante mí me sean tan familiares como aquellas por las que paseaba tiempo atrás. Pero imagino que, como siempre, estaré condenada a ser feliz. A disfrutar mientras compruebo que, una vez más, poco tiene que ofrecer el pasado.

5 comentarios:

Javi-K dijo...

Ya lo decían los abuelos, agua pasada no mueve molino. Aquí al presente, a vivir día a día y disfrutar de lo que va sucediendo.

Alpargato dijo...

No me lo he leído, pero algunos de tus párrafos son raros y están pegados al siguiente. Imagino que será para que te cuadre la palabra secreta que sale al leer la primera letra de cada párrafo, pero me parece un poco chapucero.

Te doy un 5 raspado y un Necesita Mejorar.

M dijo...

No, si disfrutar lo hago. Demasiado XD

Alpargato, se te están subiendo las clases a la cabeza XD

MaNoPlaS dijo...

Vivo anhelando el manoplas que fui, sin disfrutar del todo del manoplas que soy. Me ha gustado la entrada, para pensar

M dijo...

Mejor piensa en el Manoplas que serás :)