Hace demasiado frío y hay demasiada sangre.
La locura invade el cuerpo, lo hace suyo, clava sus colmillos en la carne y la desgarra. Tiemblas, de dolor, de miedo, de rabia, de incontrolable desesperación. Y los labios se curvan en una leve sonrisa, como si algo dentro de ti empezase de pronto a entenderlo todo.
¿Es la risa de un demente? ¿Es el disfraz que adopta el llanto?
No hay respuestas, solo el continuo gotear del tiempo, un tic tac apagado, acuoso como los ojos enrojecidos de las bestias que permanecen a tus pies.
Ven a mí, susurra tu mente. Ven a nosotros, reclaman ellos. Y se sostienen las miradas en un duelo que no es tal, mientras empiezas a aceptar que no son tan diferentes a ti.
¿Has probado ya el sabor de estos cuerpos? ¿Notas la vida que escapa del inocente recipiente, de aquello que poco antes exhalaba un último aliento?
No soy como ellos, ellos no son como yo. Pero nos parecemos, especialmente ahora que sus entrañas calientan mi boca, saciando el hambre.
Es un nuevo comienzo. Es la resurrección tan ansiada, la promesa que esperaba oculta, desatendida. Ahora brilla como nunca antes lo hiciera, iluminando el rastro que deja el paso del cuchillo. Son nuevos tiempos, nuevas eras. Pero yo... soy la misma.
3 comentarios:
Joooer... siempre consigues sorprenderme O.o
Es porque el pollo tuerto me chiva lo que tengo que poner XD
cuchillos!
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