viernes, 4 de febrero de 2011

Nerviosa cual aguja hipodérmica

¡Viernes! Generalmente, no me gusta aceptar la llegada de un nuevo día cuando aún no ha amanecido. Sí, ha pasado la medianoche. ¿Y qué? Las convenciones horarias no se crearon para mí, el paso de un día a otro lo marca el desplazamiento del sol por el firmamento.
Pero hoy haremos una excepción. No sé por qué pluralizo, si la excepción únicamente la voy a hacer yo. Pero así me siento más importante (y os hago partícipes de todo esto, para dar un poco de sabor a vuestras mediocres vidas).
El caso es que...


¡Es viernes! Y eso significa que he podido tachar otro día más en el calendario. La cuenta atrás toca a su fin, el domingo me espera con los brazos abiertos (confío en que los días de la semana tengan extremidades) y pronto mi vida va a dar un giro de 180 grados. En realidad de menos, porque soy demasiado vaga... y porque tantos grados implicarían un cambio demasiado radical. No quiero arriesgarme a levantarme mañana con deseos de leer prensa del corazón, ver partidos de fútbol o volverme vegetariana. Así que digamos que mi vida va a dar un giro moderado en dirección noreste. Con vientos de levante y rachas de contrapicado sideral.

Echaré de menos ciertas cosas, como a ese ser materno que me lee de cuando en cuando (sí, te he englobado dentro de la categoría de cosa, pero sé que podrás perdonarme, hazlo por Carl). Pero es mi destino, vine a este mundo para cumplir una misión... asesinar a Indy. Oh, me he dejado llevar. Ejem.

Como iba diciendo, todo esto tiene que ver con el descenso de las temperaturas en Bujumbura. Y con el hecho de que mi reloj haya decidido morir y dejar de dar la hora (pasemos por alto el dato de que no tengo reloj, es un detalle insignificante). Es por ello que ahora los nervios han decidido parasitarme sin pedir permiso. Duermo fatal (11 horas en lugar de las 12 habituales), mis pulsaciones están disparadas (una media de 0,0001 pulsaciones más de lo acostumbrado) y mi apetito se ha disparado (me he vuelto incapaz de decir que no a los dulces, cosa impensable días atrás). Y todo porque es viernes. O más bien, porque pronto será domingo. Y no un domingo cualquiera, no. El domingo en el que los velocirraptores con vestidos chiné saldrán de sus palacios de lapislázuli, montarán en bicicleta y entonarán canciones de libertad y gamas cromáticas.

Llegados a este punto, puedo decir que mis párpados están amotinándose, quieren independizarse y conservar sus privilegios. Y eso no lo puedo consentir. Así que resumiré todo lo expuesto hasta ahora antes de irme a la cama:

Hoy es viernes. Falta menos para el domingo. Mola.

Eso es todo. Feliz día de la gramínea salvaje. Jan es una nenaza. Pero es adorable. 3,2.

3 comentarios:

MaNoPlaS dijo...

YA Sabes que para vivir con jan es de requisito indispensable aprender a programar... Espero que hayas hecho tus deberes.

Mucho ánimo en tu nueva vida, deseando que me invite usted pronto :)

Mabel Iborra dijo...

¿Nueva vida?... Eso quiere decir que vas a desplazar tus moléculas orgánicas hacia unas coordenadas de laitud y longitud próximas a las mías? ¿Quiere decir que existe la misma posibilidad, que la de que McGiver use un clip y esté doblado, de poder conoceros un día? ¿Es eso?. No obstante, sea lo que sea, te deseo el mejor comienzo del mundo ^^

M dijo...

Gracias a ambos ^^
No, no pienso aprender a programar, es feo y te vuelve binario.
Y sí, merluza mía, eso es lo que significa *_*