Amanecía. Y pude verlo porque contaba con ojos funcionales, de esos que disponen de párpados que se abren y se cierran. Y pies para caminar (y patear gente). Gracias a ellos, pude dejar atrás a la habitación en forma de talismán invertido.
Amanecía. Rojo, rojo, rojo, naranja, rojo, rojo, rosa, naranja, rojo. Y un pistacho.
Salí de casa envuelta en sueños, dejándome llevar.
Amanecía. El río serpenteaba entre los árboles, murmurando no sé qué sobre la inflación y el ipc. Las nubes se asomaban, perezosas, tras las montañas de cumbres nevadas. Rojo, rosa, rojo, azul. Blanco reflejando los juegos de luces, buitres leonados bailando claqué.
Me detuve junto al estanque, como cada mañana. La superficie permanecía en calma, dormitando el agua en estas horas tan tempranas. Me despojé de mi capa de oro, de mi delantal de plata y de mi coraza +3. Me sumergí, formando ondas que se desplazaban hasta la orilla. Todo era paz y tranquilidad en ese lugar. Y agua muy fría. Helada. Es lo que tiene escribir relatos propios de tiempos primaverales cuando le estamos dando la bienvenida a noviembre.
Amanecía. Y tres patos me saludaron diciendo "Ey, qué pasa" y se dirigieron diligentemente a sus puestos de trabajo en la azucarera. Rojo, azul, amarillo y verde con puntos negros. Gráficos en RGB y sonido dual. Tres paradigmas y medio.
Amanecía.
6 comentarios:
Qué bonito escrito para un daltónico...
Me encanta xDDD
Me alegra que te guste *_*
Y bueno, los daltónicos tienen suficiente con no levantarse hasta bien pasado el amanecer. Soluciones sencillas XD
Dolby digital y 32 bits de profundidad de color... :)
Amanecía, que no es poco.
Un texto muy chulo, Mer. Me encantan estos mini-cuentos que escribes mezclando realidad, cosas frikis y surrealismo. Molan un montón ^_^
^___^
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