domingo, 4 de mayo de 2014

¡Mayo!

Creo que es la primera vez que titulo una entrada con el nombre de un mes. Es claro, directo. Y muy cierto. Al menos durante todo el tiempo que se extienda mayo, claro.

Este año está haciendo un calor horrible del averno. Vamos, como todos los años, pero por adelantado. Empezó en abril. Y seguramente nos acompañe hasta el día en que necesitemos buen tiempo para algo importante. Entonces volverá el cuarenta de mayo, sus sayos y demás. Lo cual no me importaría que sucediese, todo sea dicho. Ya habrá tiempo de calor en verano.

El pasado año estaba a estas alturas preparando el viaje a Japón. Es decir, estaba igual de vaga y ociosa que ahora, pero con billetes comprados.Bueno, vale, ahora también tengo billetes preparados. Pero no para este mes. Alguna diferencia tendría que haber. Bueno, y que oficialmente, este mayo mi merluzo es mío. El año pasado aún se podía debatir esto.


Bueh, me acabo de percatar de que hablar de cosas serias, como mi vida, me cuesta más que poner las primeras idioteces que se me vienen a la cabeza, como hago siempre. Me siento como escribiendo un diario serio, sensato. No mola.

Por eso, hablaré de platos de espinacas. Eso va más conmigo. Aunque no me gusten. Es que son verdes. Pocas cosas verdes hay que estén ricas (las que no saben a hierbajos, básicamente).
El caso es que los platos de espinacas nunca han protagonizado guerras. Ni han hablado mal de nadie. Son ejemplos a seguir. Y pese a ello, están infravalorados. Nadie habla con orgullo de los platos de espinacas. Nadie tiene sueños sobre dedicar su futura carrera profesional a ese mundo.

Pero hay muchas más cosas a las que no se da el valor necesario. Por ejemplo:

-La salud. Cuando te falta ves que es lo más básico de todo. No puedes ir por la vida con los intestinos por fuera, escupiendo sangre y con el colesterol alto. Lo he aprendido viendo anuncios en la tele.

-La ausencia de invasiones de cucarachas. Nunca se está lo suficientemente agradecido al hecho de que no se crucen en tu camino.

-El poseer ojos. Sirve tanto para deleitarse con el sentido de la vista (si se dispone de él, claro) como para presumir. Aunque soy más de presumir de pulmones, que son de calidad.

-Poder levantarte tarde de la cama. Y gandulear en general. A la gente parece que le falta tiempo en la vida y decide privarse de horas de sueño para "aprovechar el día". No sé bien en qué aprovechan esas horas, la verdad. Seguro que en algo horrible. Como trabajar. O en ir de compras. ¡Puede que ambas!

-La existencia de los dulces. Pensad en un mundo sin gominolas. Sin chocolate. Sin flanes. Sin batidos. Sin pasteles. Sin azúcar. Sin leche condensada. Terrible.

-Mutar en terciopelo. La más importante de todas y la menos valorada. El 90% de la población ni siquiera ha intentado hacerlo. Se pierden las viejas tradiciones, se pierden.

-Los estepicursores. O bolas rodantes del desierto. Nadie los usa ya para decorar sus salones. ¿He dicho ya que se pierden las tradiciones? Pues eso.

-Mi persona. Aún no he visto monumentos a mi persona. Ni discursos fundacionales de sectas que me tengan como ejemplo de ilustre ser vivo bípedo. Sin duda, es una clara señal de que el mundo está en decadencia desde hace más de tres décadas. Ah, qué vieja soy. Y qué joven al mismo tiempo. Y qué piel tan poco escamosa. Ni siquiera tengo espolones venenosos. Quizás por eso aún no domino el mundo.

Dicho esto, acabo de ser consciente de que el sueño ha decidido arrebatarme el teclado. Hasta aquí hemos llegado, parece estar diciendo. Es posible que tenga razón. Pero solamente por esta vez.

3 comentarios:

Naaaaaants ingonyama bagithi Babaaa dijo...

Solo leo tu blog porque de vez en cuando aprendo una palabra nueva. E inservible.

M dijo...

Seguro que hay momentos apropiados para usarla como insulta. Y lo sabes.

Nu dijo...

Estepicursor!!!! No sabía que se llamaban así en español. Moooola @_@