Dos dinosaurios viejos se encontraban bajo un cocotero, tomando té. Uno de ellos tenía pinta de ejecutivo, con la corbata perfectamente anudada, las gafas oscuras ocultando las arrugas que se dibujaban junto a sus ojos. El segundo, parecía un jugador de petanca profesional.
Charlaban animadamente sobre el conflicto generacional, sobre la formación de salinas en una comarca cercana y sobre las plumas como método de adivinación del futuro.
-Yo creo que las plumas rojas no son demasiado fiables -dijo el dinosaurio que parecía ejecutivo.
-A mí me gustan más que las azules -respondió el otro.
Un mosquito gigante con camiseta de tirantes pasó zumbando junto a ellos. Lo contemplaron en silencio y reanudaron la conversación. Pasaron más de una hora debatiendo, para acabar llegando a la conclusión de que las premoniciones realizadas con pimienta eran mucho más eficaces.
Al caer la noche, un pterodáctilo fue encendiendo las estrellas mientras silbaba una balada tradicional.
Los dos viejos dinosaurios se despidieron. Había llegado el momento de acostarse, cerrar los ojos y soñar con mazorcas de maíz. Mañana les esperaba un día intenso.
4 comentarios:
Sabías que los dinosaurios son mi debilidad y has escrito esto para enamorarme. ¡Pues llegas tarde! Mi amor pertenece a Jancio y al siguiente ser que comente (y que no seas tú, porque a ser no sé si llegas).
Tú lo que quieres es evitar que la gente comente, ¿eh? XD
Siempre había querido saber en que sueñan los dinosaurios. Ahora ya lo se, en mazorcas de maíz.
Y no, no quiero el amor de Cerdapiio, que se lo quede el siguiente.
A veces sueñan con berenjenas alpinistas. Pero solo los días impares.
PD: Pobre Cerdapiio (anda que vaya nombre te has puesto hoy XD).
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