Caminaba por la vida como si no tuviese nada que temer. Los cuerpos sin vida se amontonaban a su paso, pero él continuaba recorriendo la senda irregular con total indiferencia. En un momento dado, tuvo que dejar paso a una carreta cargada con esclavos de piel violácea. Buscó sus miradas, pero no encontró más que vacío en el fondo de aquellos ojos apagados. Quizás viviesen unas semanas más. En cualquier caso, poco importaba. Estaban ya muertos mientras se perdían en la lejanía.
Casi lo había alcanzado la noche cuando la vio. Pálida, delgada. Un espectro envuelto en aquella capa sucia, la melena enmarañada ocultando sus rostro. Y sin embargo, más viva que todos aquellos que se dejaban conducir mansamente hacia el final de sus días.
-¿Vienes a llevártelo? -preguntó la joven, clavando en él sus ojos claros. Solo entonces reparó en la diminuta bola de pelo que se acurrucaba a los pies de la chica.
-No tienes que preocuparte por él. El frío se lo llevará consigo antes de que pueda ver un nuevo día.
Como si hubiese entendido sus palabras, el gato maulló lastimeramente. La chica lo tomó entre sus brazos, apretándolo contra el pecho.
-Te equivocas -dijo mientras acariciaba al animal-. Yo lo voy a proteger.
-¿Y quién te protegerá a ti?
La chica sonrió:
-Estaré bien. A diferencia de ti, yo no me he perdido.
Entonces supo que ya era tarde también para él. Los cadáveres junto a los que había pasado comenzaron a agolparse en cada rincón de su mente. Un desfile de nombres, de rostros desfigurados. Amasijos de carne, huesos y esperanzas rotas. Almas que escapaban y que él guardaba en el interior de aquella vasija que cargaba a la espalda. Hasta ahora.
Sentía el latir de su corazón, retumbando al ritmo de su miedo, cada vez más fuerte. Las almas gritaban, sollozaban y se retorcían unas junto a otras mientras escapaban de su prisión de cerámica. El mundo comenzaba a girar en torno a él, de forma irregular, caótica. Solo la chica parecía seguir firme en su lugar, mirándolo despectivamente.
-No vuelvas a atreverte a caminar entre nosotros. No eres digno.
La voz de la joven había cambiado y él reconoció en ella a su hermana.
-Tenía una misión -dijo él, en un vano intento de que las explicaciones pudiesen revertir el proceso que acababa de iniciarse. Pero sabía que no había vuelta atrás.
La piel del rostro empezó a desgarrarse al tiempo que se agrietaba y se tornaba gris. Las manos se le retorcieron convirtiéndose en muñones y el pelo se le prendió en llamas mientras caía al suelo. Lo último que vio, antes de que los ojos se le apagasen para siempre, fue el gato. Había bajado de los brazos de su ama y permanecía sentado frente a él. Ronroneaba suavemente. Parecía sonreír.
9 comentarios:
Schrödinger es difícil de pronunciar. Celebro que no lo hayas incluido en este relato.
Ya sale en Digital Devil Saga, no necesita más cameos XD
Una vasija? Eso me suena XD
Este gato me da más miedo que el de Poe. Seguro que en las fotos son tan adorables para que te confíes y así luego puedan sacarte los ojos más tranquilamente.
¡Paco! Parece mentira que hayas tenido que ser tú el que me recuerde el sueño. Pues no lo había relacionado hasta ahora XD
Regargojana, claro que ese gato es maldad. Como que se trata de un informático reencarnado.
Me ha encantado. El gato es mi nuevo ídolo. Exijo más historias centradas en él :D.
El gato es informático. Te lo había puesto en un comentario anterior, pero el blog es idiota y hace lo que le viene en gana.
¡Ajá! Precisamente ha sido ÉL (porque a partir de ahora hay que referirse en mayúsculas a Su Excelsa Felinidad) quien ha saboteado tu entrada para impedir que escribieras semejante calumnia. Esta segunda ha dejado que la pongas en un acto de generosidad y benevolencia.
Hmmmmm... tiene sentido, sí.
La verdad es que insinuar que es informático es una ofensa muy grave. Tendré que sacrificar a alguno de los lectores para que la ofrenda de sangre apacigüe su ira.
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