lunes, 20 de junio de 2011

La culpa fue de un sacacorchos

Llovía, tronaba y los pájaros caían al suelo entre convulsiones. Nada extraño en un siete de diciembre de 2065. Julipensio caminaba bajo la lluvia, pisando únicamente las baldosas rojas, que se encontraban distanciadas medio kilómetro unas de otras. Afortunadamente, Julipensio tenía unas piernas largas.

Sonaron las campanadas metálicas de la falsa catedral. Un conjunto de leds se encendió, parpadeante, creando figuras geométricas. Los fieles se colocaron sobre la cinta transportadora y aprovecharon la espera para dar un par de mordiscos a sus hamburguesas repletas de engranajes.

Julipensio atravesó la multitud congregada bajo los paraguas y se dirigió a la plaza del cangrejo nebuloso. La imponente figura metálica lo miró con ojos vidriosos, consultó una libreta y le permitió el paso.
Julipensio estaba acercándose a su destino. Giró por un par de callejuelas repletas de tenderetes en los que se subastaban órganos y descendió por una escalinata que había conocido tiempos mejores. Una vez abajo, se colocó en mitad de la plaza desierta, mientras esperaba a que llegase su contacto.

El suelo vibró. Ante él se abrió una trampilla de la que surgió una enorme tarta rosa de tres pisos. Era casi tan alta como él. Julipensio dio un paso al frente y golpeó la tarta con los nudillos. Estaba hueca.
La tarta pareció reaccionar a los golpes y giró sobre sí misma durante medio minuto. Cuando se detuvo, se abrió en dos con un sonido seco y de su interior surgió una figura encorvada vestida de negro.

-Soy Pascualillo -dijo la figura con una voz ronca.
-Te traigo lo acordado -dijo Julipensio, tendiéndole un sobre abultado.
-¿Esta todo?
-300 de los grandes, tal como acordamos.

El hombre de negro abrió el sobre y lo volcó sobre la palma de la mano para examinar el contenido. Esbozó una sonrisa:

-La invisibilidad está muy conseguida, parece auténtica.
-Mi mercancía siempre es de calidad.
-Bien, bien. Creo que te has ganado la recompensa. ¿Estás preparado?
-Por supuesto.

Pascualillo rebuscó en un bolsillo y extrajo una foto de un pájaro con brazos.

-Ten cuidado -dijo mientras se la entregaba con extrema delicadeza-. Es venenosa. Y sabe cantar.

Julipensio la guardó en la cartera, murmuró en voz baja algo similar a un conjuro y dio media vuelta alzando una mano en señal de despedida.

La lluvia empezó a caer con más fuerza, las campanas metálicas volvieron a llenar la ciudad. Julipensio había ganado una semana más de vida.

7 comentarios:

El anónimo aburrido que te amó dijo...

Yo, por el contrario, he perdido casi dos años de vida leyendo esto. Haber, si no he entedido mal, Julipensio (ya te vale) compró la foto de un pájaro con brazos por el módico precio de 300 de los grandes invisibles (¿cómo sabes que eran grandes si son invisibles?) a un ser llamado Pascualillo (ya te vale)que vivía dentro de una cosa hueca. Me permito sacar una conclusión acelerada: Eres informática.

M dijo...

Esa conclusión es terrible. Lloraría si tuviese ojos.

PD: Sabía que eran grandes porque pesaban. Por poner el primer ejemplo que se me ha venido a la cabeza.

Scullywen dijo...

Dime la verdad, M... te han reventado los ojos por ese "haber" que ha soltado el Anónimo (lo siento, no he podido evitarlo, en realidad me posee un simbionte de la RAE xD).

A mí me ha encantado el toque futurista-distópico. La historia es como Blade Runner si cambias a los replicantes por pasteles gigantes.

Yo también pagaría 300 de los grandes por una foto de un pájaro con brazos. Y ya por una de un sushi con piernas... ni te cuento.

M dijo...

Pobre triple A XD

El sushi con piernas algún día protagonizará una entrada. O no. Pero estará en nuestras mentes día y noche. Como la boina de Lancel.

Regargojana dijo...

¿300 de los grandes por una foto de un pájaro con brazos que además es venenosa y canta? Muy barato me parece. Creo que al pobre Julipensio lo han timado, aunque se lo merece por hacer tratos con alguien llamado Pascualillo, que seguro que ni lleva boina ni nada.

El anónimo A que te A dijo...

Me hago cargo de mi torpeza Scullywen. La ortografía nunca ha sido lo mío. Aunque es más un fallo de gramática que de ortografía, ahora que lo pienso. No leo mucho.

Scullywen dijo...

Nah, tranqui, triple A, que en realidad es por una cruzada personal que tengo en contra de la confusión "a ver-haber". Pero no es nada en contra tuya, sólo una coña ;-).