Como mi nenaza se niega a madurar, a cumplir años y a dejarse sodomizar, me toca a mí hacer la reflexión sobre el paso del tiempo y los orangutanes de maíz.
Hace dos días éramos críos y mañana estaremos muertos. Fin de la reflexión.
Y es que uno puede pensar acerca de lo que ha ido consiguiendo a lo largo de su vida, sobre las metas que aún no ha alcanzado, sobre sueños cumplidos y frustrados, sobre águilas de papel maché... y todo eso únicamente servirá para darse cuenta de que los segundos siguen sucediéndose unos a otros, sin que podamos hacer nada por evitarlo. La arena sigue cayendo en el reloj, las ovejas siguen reproduciéndose y sin surcar los cielos. El mundo gira, en rotación y traslación. Y nos guste o no, así va a seguir siendo (salvo que colisione con nosotros un gigantesco asteroide que lo reduzca todo a polvo espacial, por poner un ejemplo).
¿Qué intento decir con esto? Pues no sé, porque todos sabemos que escribo lo primero que se me pasa por la cabeza. Y no es hasta el final de la entrada cuando descubro qué rondaba por mi cabeza. Si es que rondaba algo más allá de un grupo de ideas inconexas.
Pero creo que esto va de cosas que escapan a nuestro control, de la ley de vida, de lo feo que es a veces el mundo, de lo bonito que se muestra otros días y del control de la natalidad por parte de las especies bípedas y tricéfalas.
¿Podemos sacar alguna conclusión de todo esto? Vosotros no, pero yo sí. Bueno, teóricamente también vosotros, pero no os voy a hacer caso. De cualquier modo, muchas personas se pasan el día buscando su lugar en este mundo, el sentido de su vida, la realización personal y el gordo en la lotería. Yo priorizo esto último, porque con las necesidades básicas bien cubiertas, tendría más fácil el dedicarme al resto de las cuestiones que atormentasen mi mente. No es que mi mente sufra el ataque de ese tipo de pensamientos trascendentales. Al menos, no con más frecuencia que el ataque de pensamientos del tipo "tengo hambre, quiero mil euros, Jan es adorable, dónde habré dejado el cargador de la DS", etc. Pero de cuando en cuando, como seres pensantes que somos, nos planteamos ese tipo de cuestiones (las trascendentales y las no trascendentales, claro).
¿Y qué sacamos en claro de todo ello? Nada. Como ya dije al inicio, el tiempo va a seguir pasando, agotaremos nuestra batería y nos convertiremos en un pisapapeles. O algo así. Por lo que martirizarse por ello es estúpido.
Pero eh, esto no es negativo. Todo lo contrario. Ser consciente de esas limitaciones es lo que nos hace fuertes. Frase que no significa nada, pero que quedaba muy bien en esta parte del texto.
Me explico. Un día nos atropellará un camión o moriremos de viejos. Algunos seremos inmortales y nos reiremos del resto, pero eso ahora no importa. El caso es que hasta que llegue el momento, tenemos una vida que no podemos desperdiciar pensando "ojalá pasara esto", "me gustaría aquello", "no sé si estoy haciendo lo correcto", "tres peras no son lo mismo que tres zanahorias". Ese tiempo podría emplearse en algo más productivo, como dormir y devorar dulces (preferiblemente, no al mismo tiempo). Total, aquello que nos gustaría que pasara puede que no dependa de nosotros (así que la utilidad de pensar en ello tiende a cero con tres pinzas). Y si tenemos la suerte de que está en nuestras manos cambiarlo, pues menos darle vueltas y más actuar. Lo conseguiremos (o no) pero no estaremos pensando sobre ello como si eso fuese a cambiar algo. Yo todos los días pienso que me gustaría que la comida se preparase sola y los platos se lavasen y se colocasen en su sitio solos... y nada, me toca poner de mi parte. Lo mismo se aplica a esas cosas de "encontrar nuestro lugar en la vida". Salvo que uno tenga aspiraciones de sábana, no vamos a encontrar la solución tumbados en la cama mientras nuestra cabeza nos dice cosas feas. A quien su cabeza le diga eso, la mía solo dice "qué sueño tengo".
Y es que esta entrada puede hacer referencia a ciertos merluzos que se ven atrapados en esa espiral de pensamientos un día tras otro. ¡Despertad! El mundo va a seguir exactamente igual con vuestros quebraderos de cabeza o sin ellos. Pero sin ellos, vosotros vais a ser infinitamente más felices. Así que eh, el tiempo seguirá pasando, nos encontraremos con cosas que nos gustan y cosas que no. Pero lo único que está en nuestra mano es el tomarnos la vida con el mejor humor posible. Soñad, pero para lanzaros en pos de ese sueño, sin importar si se conseguirá o no, sin que el miedo a fracasar os impida intentarlo. Y disfrutad, porque da igual si conseguimos lo que nos proponemos, si hay momentos en los que las cosas no van exactamente como nos gustaría. Es lo que hay y quejarse no cambia el mundo. Actuar sí. Así que fuera preocupaciones que no llevan a ninguna parte. Llevad vuestra vida por el camino que os gustaría. A fin de cuentas, aunque no tenemos control sobre el tiempo que pasa, sí lo tenemos sobre cómo invertir ese tiempo. Somos dueños de él. Usadlo sabiamente. Y dadme mil euros.
7 comentarios:
Tienes toda la razón, y yo voto sin lugar a duda por las zanahorias. Las peras son todo agua...
Por qué todos los comentarios que dejo son sobre comida? ._.
¿Y me preguntas a mí? XD
Pero bueno, yo siempre pido mil euros, cada uno tiene sus fijaciones XD
espero que mi vida no acabe siendo atropellado por un autobus... miedito.
Por lo demás, también espero dejar de pensar en ese futuro inexistente y ese pasado que pasado está y ya no se puede cambiar
Tranquilo, conseguirás dejar de pensar en ello antes de que te atropelle el bus XD
Ojalá mucha gente leyera esta reflexión; al fin y al cabo es una premisa que todos deberíamos seguir para mitigar un poco nuestra tendencia a la autoflagelación. Que es inevitable en el ser humano, pero que muchas veces no nos deja entrever las cosas realmente importantes del día a día.
Como los mil euros.
Aunque yo, que vuelvo a enfrentarme a mi dolor de muelas del averno, me conformo con salud. La de cosas que se pueden hacer en el mundo cuando no te dan ganas de arrancarte la mandíbula... ains XD
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