sábado, 13 de julio de 2013

On

Daro regresó y la despertó de la pesadilla. Se había hecho daño en sueños, pero nada que no curase tras un par de días de descanso.

-Pues las alas rotas duelen menos que lo que me propones -se quejó la chica.
-Solo cuando se rompen de modo natural, tras haber intentado volar demasiado alto. Así que nada de sacrificios a estas alturas.
-¿Y más adelante?
-Más adelante serás más sabia, habrás cambiado de vida y tendrás aún más espejos en los que reflejarte. Posiblemente, para entonces no sea un sacrificio.
-Pueden cambiar muchas cosas de aquí a entonces.
-Así es. Y en eso radica lo maravilloso del asunto.
-¿No va siendo hora de sentar cabeza?
-Nunca vas a poder hacer eso. No es tu estilo.
-Sabrás tú ahora mejor que yo lo que puedo o no puedo hacer.
-La posibilidad la tienes. Pero no la quieres. No mientras tengas esa posibilidad que te llama en voz baja.
-La posibilidad sin garantías. La peor de las peores, si acaso fuese posible.
-Pero la única que te ilusiona. Y entiéndeme, no digo que no seas capaz de sacrificarte. Si alguien puede hacerlo, eres tú. Pero solo después de asegurarte de que has luchado por el resto de las posibilidades.
-¿Por qué hemos invertido tanto los roles de un tiempo a esta parte?
-La respuesta es tan sencilla como que te has librado de las bestias. Pero el mundo exterior, aun sin tus demonios, no siempre es acogedor. Por eso ahora soy el experto.
-Bah.
-Vas a ser feliz. Lo sabes.
-Lo sé. No tengo otra opción. La condena... la misma historia de siempre.
-Tu historia.
-Ciertamente.
-Ahora, vete a apagar el sol. Y mañana, ya sabes. Vuela en dirección al río del que has de beber y cargar la tinta de esa pluma con la que escribirás tu destino.
-Buenas noches, Daro.
-Buenas noches, Nay.

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